fía Vi
horas o días. Solo sabía que el entumecimiento se había extendi
rojo rompió el silenci
a y cegadora. Apreté los ojos,
orescentes del pasillo. Entró, el clic de sus zapatos de vestir resonando en los caj
s rodillas pegadas al pecho, los labios
rrepentido
ando en el metal frío. Lo m
a. Vi la certeza absoluta y a
r gritado la verdad una última vez:
nsada. Increíb
nas un susurro, destrozada
n qué? -insist
do-. Me equivoqué al amarte. Me equivoq
ó. Esa no era la respuesta que espera
tate -
señal, pero mis piernas se negar
e levantó por mi brazo sano. Su agarre era de hie
la morgue, lejos del
una vez que estuvimos en el pasillo más
cir, apoyándome en la
ba lugar a discusión-. Isabel q
habitación, usando las par
rla en carne viva, tratando de lavar el frío de la mo
í, miré la
llena
iliar lo aplastara. La rosa seca de la vez que me visitó en el hospital cuand
olsa de basu
í todo
pétalos de rosa desmoronados. El dia
impié los estantes con
ando al personal, y llevé la bolsa
y la arro
pesado y final entre l
stás ha
n. Ot
ando a los paparazzi de enfrente. Miró el contenedor. Vio el marco plateado de una foto
mente, la máscara del Jefe
voz plana-. Solo
crepitaba en el aire. -Damián, vamos. Necesito pre
d. Por un segundo, pareció inquieto, como si e
... todo? -preg
iendo espa
ara
na vida
ví a entrar antes de
y terciopelo, una exhibición del poder de los
o negro de manga larga, de cuello alto y severo, para ocu
iraban
a. Una tiara de
la, radiantes de orgullo, ignorando
voz retumbando-, celebramos no solo el cumpleañ
esto haci
Con su esmoquin, bajo los c
ja de terciopelo ne
adeó cole
abr
antes captó la luz, frac
ces, suave y dominante-. ¿Me harías el hombre má
ndose la boca con l
La multitud estalló en vítores. Los co
obse
hasta que sentí el cálido y
imo clavo
a comprometido con la m
l fantasma que
tasmas tiene
travesar
e mira, puede

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