Instalar App
Historia
La última jugada mortal del maestro de ajedrez

La última jugada mortal del maestro de ajedrez

Autor: Gavin
img img img

Capítulo 1

Palabras:1799    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:48

res años fingiendo nuestra relación, incluso grabándonos en secreto, todo para vengarse por un

estos de su preciado juego de ajedrez an

n estaba sanando, por fin a salvo. Entonces, una mañana, mi ex destrozó la puerta de mi departamento, sosteniendo una rosa

ítu

murmullo suave que reservaba para mí, sino una voz afilada, venenosa, que detallaba m

o, y en cierto modo, lo era. Su brillantez era innegable, su intelecto una cuchilla afilada y reluciente. Las chavas se le arremolinaban, atraídas por su aire misterioso y distante, por sus

su image

iempre. Durante tres años, había sido su secreto. Su amor apasionado y oculto. Creí cada palabra. Cada caricia. Cada sue

re era cuidadoso, siempre cauteloso. Decía que era porque quería proteger lo nuestro, mantener nuestro amor puro y sin mancha por el juicio de los demás. Yo, ingenua y profundamente enamorada, le creí. Atesoraba nuest

tenía mi rostro entre sus manos, sus pulgares acariciando mis pómulos, y me decía que era lo más hermoso que había visto en su vida. Sus oj

ales, Alondra", había dicho, su voz suave como la seda. "Necesitaremos toda nuestra energía para la ceremonia. Y después, seremos libres. No más secretos". Me había

ca final, con mi portafolio apretado con fuerza, mi mente zumbando de anticipación por nuestro futuro. Escuché voces desde una ventana abierta, su voz, inconfu

me reservaba. Era frío, clínico, como si estuviera analizando un pro

la respira

" La otra voz, de una mujer, so

extremo? ¿Crees que mi amada Cristina, luchando por su vida porque el pa

cía, una pesadilla de hacía tres años. Mi hermano, Emilio, había recibido un trasplante de corazón e

ado", dijo la mujer, s

r. Movió hilos, consiguió un corazón para su hijo, mientras Cristina,

r viento de invierno. ¿De qué estaba hablando? M

ceremonia?", presionó la mujer, co

stros 'momentos íntimos' en la pantalla grande. Para que todos lo vean. Sus padres, sus amigos, toda la univ

ara "expresión artística", para "capturar la belleza cruda de nuestro amor". Había dicho que era nuestro s

su eje. Todas las caricias tiernas, las palabras cariñosas susurradas, los sueños compartidos, todo eran mentiras meticulosamente elaboradas. Diseñadas para a

tino silencio de mi mente. Mis piernas se sentían como gelatina. No podía respirar. Ten

mo un escudo. Se me había acercado en la galería de la facultad, su presencia una sombra fría en la habitación iluminada por el sol. "Tu uso del

fuera de mi alcance. Pero siguió volviendo, ofreciendo críticas, luego conversaciones, luego sesiones de estudio nocturnas que se convirtieron en confesiones susurradas y

algo profundo, algo oculto del mundo. Y yo, tan ansiosa por ser elegida, tan desesperada por es

los míos. "Y yo te doy estructura. Somos un equilibrio perfecto". Había hablado de dejar la Ciudad de México por un lugar solo nuestro, de nuestro arte y su ajedrez, nuestro pequeño

mo podía Adrián creer una mentira tan monstruosa? Mi hermano, Emilio, había estado tan enfer

na, levantó la vista de su pintura. "¿Alondra? Cariño,

Mamá, papá... necesito irme. Necesito

on el ceño fruncido por la preocup

deos. "Es... es Adrián. Él... me traicionó. Nuestra relación. Todo fue una mentira. Sim

su calidez un doloroso contraste con la helada traición que acababa de consumi

e des Beaux-Arts parpadeando en mi mente. "Quiero ir a la escu

Está bien. Lo haremos posible. No tienes

Adrián. "Ya te extraño, Alondra. Solo unos días más, y luego podremos ser

o le daría la satisfacción de una respuesta, de mi dolor. Una nueva determinación se endureció en mi pecho. ¿Quería humillación? ¿Quería destru

planear mi escape, no solo de la Ciudad de México, sino

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY