vista d
itud con una beca, un salvavidas lanzado a una mujer que se ahogaba. Abracé el idioma extranjero, los nuevos amigos, el exigente plan de estudios, cualquier cosa para silenciar el ec
dibujando en un tranquilo café cerca del Sena. Las luces de la ciudad parpadeaban en el agua, reflejando
mo el vino añejo y con un distintivo ace
azón saltó a mi garganta, un familiar agarre helado
par de ojos color avellana más amables que había visto en mi vida. Era alto, impecablemente vest
meses antes, era todo lo que Adrián no era. Paciente, amable, honesto. No jugaba. Simplemente... se preocupaba. Habíamos tenido alg
mi voz un poco tembl
. "Mis disculpas. Te vi sumida en tus pen
la, sus movimientos fluidos y sin prisa. "Pareces estar a un millón d
entos. Un nuevo proyecto". Señalé vagamente mi cua
inamente interesados. "Cuéntame sobre él
ada palabra, cada vacilación. No presionaba. No curioseaba. Simplemente ofrecía su presencia, su interés genuino. Era un marcado contraste con el encanto calcul
o era una corriente tranquila y constante, erosionando lentamente los muros que había construido alrededor de mi corazón. Me traía croissants calientes y café a mi estudio en las mañanas frías, si
ectativa. Ofrecía un amor que se sentía como un amanecer tranquilo después de una larga
namorando de nuevo. Un tipo difere
bra bajo nuestros pies, Mateo se detuvo. Se volvió hacia mí, sus ojos color avellana serios, pero llenos de calidez. "
a contra mis costilla
y tranquilizador, "que estoy aquí. Estoy completamente comprometido. Te veo, Alondr
brumadora gratitud y una alegría incipiente. Había pasado tanto tiempo desde que alguien
usurré, las palabras sintiéndose fr
mi corazón. Se inclinó, sus labios suaves y cálidos contra los míos. No era la pasión ardiente y co
nte de simplemente estar juntos. No había urgencia, ni cámaras ocultas, ni actuación. Solo dos personas, encontr
ándose a través de las cortinas. Sentí una ligereza que no sabía que era posible. Es
ó Mateo, su voz ronca por el s
a él, mi corazón l
on en el departamento. Eran pesados, rítmicos, casi violentos. Abrí los ojos de golpe. Mi
los ojos. "¿Quién demonios?
. La sangre se me heló. Una oleada de pavor me invadió, helándome h
ombre, un rostro, pasó por mi mente, un fantasma de u
una familiaridad inquietante, cortó el silenc
n. El mundo giró. No. No
s. Vio el terror en mi rostro, la pali
afuera, sin embargo, no dejaba lugar a dudas. Era la voz que
. Y no me iré hasta
Me había encontrado. Después de todo este tiempo, toda esta distancia, me había encontrad
n? ¿Quién es Adrián?", preguntó, su voz firme, protectora. No lo s
trecortadamente, agarra
n estruendo violento, arrancándose de las bisagras. Y allí estaba él, enmarcado contra la luz de la mañan
on fuerza, había una sol
recordaba. Y estaba aquí. Mi pasado finalmente me había alcanzado, rasgando el frágil tapiz de mi presente. El mund

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