img El amanecer de su amante, mi piso frío  /  Capítulo 1 | 8.33%
Instalar App
Historia
El amanecer de su amante, mi piso frío

El amanecer de su amante, mi piso frío

Autor: Gavin
img img img

Capítulo 1

Palabras:2517    |    Actualizado en: 26/11/2025

lescencia mientras yo sostenía la fusión multimillonaria de nuestras familias. Su último escándalo en un hotel de lujo salpicó to

me eligiera a mí misma. Sin embargo, Damián me acorraló, usando las ambiciones de mi familia para presiona

me susurraba al oído que era una mujer hermosa a la que no podía dejar ir. Sus celos estallaban si ot

suelo de nuestra habitación en la hacienda de su familia, declar

ba en el suelo helado, sentí sus brazos rodearme, su

edes sociales me mostró una nueva publicación de su amada, agradec

go había terminado. Podía quedarse con su flor f

ítu

a Ca

golpeó como

buelo de Damián, y su voz, normalmente tranquila y autorita

que arreglar es

riz». Las palabras me quemaban, no por celos, sino por la conocida y sorda agonía de la humillación pública. Llevábamos tres años separados, viviendo en ciudades diferentes, pero el mundo todavía me veía como la señora De la Vega. Su escándalo era, por defecto, mi e

ensayada que había perfeccionado a lo largo de

tar devastada», «Damián siempre tuvo debilidad por Cristina». Cada palabra era una talla pública de mi dolor privado. Vi el rostro de Cristina en la borrosa foto nocturna, sus r

alabras pesadas en mi lengua

en rojo era una pausa, un momento para prepararme. Mi corazón era un tambor contra mis costillas, un ritmo frenético en contra de mi vo

la ventana, de espaldas a mí, las luces de la Ciudad de México un borrón detrás de él. Cristina estaba acurrucada en un lujoso sofá, un delicado chal blanc

ces en el fantasma de nuestro matrimonio. Cristina, la víctima. Da

staban nublados por un cansancio que lo hacía parecer mayor

una pregunta, no había calidez-

da del dolor crudo que me arañaba la garganta-. Est

a vista, su labio

án solo me estaba ayudando después de... después de que tuve un

e una vulnerabilidad casi infantil. I

lo cuidadosamente despeinado, las marcas de lágrimas en sus m

contrando sus ojo

s fotos son engañosas, que simplemente estabas ayudando a una vieja amiga de la familia

ristina se lev

surró, sus ojos abiertos

lias -respondí, mi voz firme, ignorando el ligero temblor en mis manos. Era una transac

rada, sus hombros t

te, sus movimientos delicados, como si cualquier movimiento brusco pudie

Damián, una súplica silen

de esperar, dio

stina. Y me aseguraré de que

mí, ni siquiera cuando estaba en mi peor momento. Era esa ternura,

. Siempre era así. El cuidado inmediato, casi instintivo, de Damián por Cristina, un reflejo que parecía pasar por alto cu

so arreglado. Era brillante, intenso, a veces incluso amable. Recuerdo su mano, cálida y firme, en mi espalda durante la sesión de fotos de nuestro compromiso, un toque fugaz

su distanciamiento emocional me hubiera dejado varada en un silencio que resonaba con la muerte de nuestro futuro compartido. Después de eso,

ra salvar el abismo que se había abierto entre nosotros. Era una verdad solitaria, una que llevaba con la dignidad silenciosa de una mujer que había aprendido a sobrevivir al desamor en silencio

pensamientos, devolviéndome al presente. Señaló vagamente mi ve

n murmullo de mis esperanzas desvanecidas. Saqué un suave vestido color crema, uno que no había usado en años, una reliquia de una época en la q

a de nuevo junto a la ventana, de espaldas. Se giró,

de algo indescifrable en su

público para las cámaras invisibles. Su tacto era frío, un marcado contraste con el calor que recordaba. Era una actuac

clic. Sonreímos, asentimos, interpretamos nuestros papeles. Me apoyé en él, fingiendo intimidad, mi cabeza descansando ligera

o dentro de mí. Una campaña de relaciones públicas cuidadosamente o

án, sus labios rozando mi oreja, una burla de a

eramente, mi

al la próxima semana. Quiere que hagamos una

la de Dami

ngo un compr

de acero. El compromiso previ

nquebrantable-. Dijo expl

, un sonido

e le

para todo. Mi corazón se encogió, un espasmo agudo y doloroso. ¿Cuánto tiempo más podría fingir? ¿Cuánto más

eal y la única persona que entendía la sofocante jaula dorada en la que vivía. Se estaba recuperando de un sospechoso «acciden

eso de colores en su brazo, un brillo

quejó, pero su so

hundiéndome en el sillón frente a ella

egó con

eces mucho más que este circo

mesa de centro, su mano buena em

papeles de divorcio. Están listos. T

onio» crudas y definitivas. Se me cortó la respiración. Esto era. El final. La liberta

nda,

con su «amor de la adolescencia», te humilla públicamente, ¿y todavía estás considerando ec

a ventana, la ciudad extend

Brenda. La estaba ayudando.

un reflejo nacido d

un sonido agud

s con ese acto de «flor frágil». ¿Recuerdas lo que pasó hace tres años? El día de su aniversario, cuan

del pasado, del día en que mi corazón s

la llamada telefónica. Su voz baja y preocupada, diciéndome que tenía que e

a adelante, sus ojos s

e a ella ahora. Es hora de que te elijas a ti

antú. Pero al mirar la línea en blanco donde debería ir mi firma, una ola de tristeza me invadió. Era más que una simple firma. Era el último clavo en el ataúd de un amor que había alimentado en secreto a través de años de aband

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY