a Ca
n vacía, una risa amarga escapando de mis
mis sospechas y hundiendo más profundo el cuchillo de la humillación. Damián era su fuerza, sie
na víctima. Canalizaría cada onza de mi energía en lo que realmente importaba: mi carrera. Mi nuevo despacho de
i pasión, largamente dormida bajo el peso de mi sofocante matrimonio, se reavivó con una llama incandescente. Conseguí un contrato importante para
inando por el vestíbulo de un hotel de lujo, con un brío renovado. Acababa de cerrar
re. Y a su lado, enfrascado en una conversación, estaba Damián. Su cabeza estaba inclinada hacia ella, una rara y gentil sonrisa jugando en sus l
a voz en mi cabeza, un eco doloroso de la
arse en una máscara cuidadosamente construida de sorpresa y un toque de angustia ino
ada por una mirada fría e indescifrable. Se puso de pie, su
do brillante-. Damián me estaba contando sobre su nuevo proyecto. Suena absolutamente fascinante. Es
e cine -intervino Damián, su voz plana, cortando los velados elogi
comprensivo. Realmente es mi roca. -Se volvió hacia mí, su sonrisa enfermizamente dulce-. ¿Te gustaría unirte a n
oca en que Damián compartía cada detalle de sus proyectos conmigo, sus ojos iluminados de emoción. Esas conversaciones habían sido
ntra el repentino dolor en mi pecho-. Acabo de terminar una negoc
etorcía en nudos, y el único
on, un toque de algo indesci
mpresionante. Quizás debe
un sutil desafío, una pre
triunfos profesionales con él, bajo la atenta mirada de Cristina, se sentía como desnuda
iendo la tensi
obarla. Damián siempre pide la pasta con trufas. Es su f
iel, un lugar que servía la pasta con trufas más exquisita. Se había convertido en nuestro secreto, nuestro plato. Me había dicho enton
desastres emocionales inminentes, se materializó a n
cia! ¿Van a cenar? -Miró a Crist
turo -dijo Damián, su voz co
-replicó Cristina dulcemente, su mano buscando de nue
un endurecimiento casi imp
mpromisos, Cristina.
eron un despido
salvándola de la incomodidad de mi presencia
z apenas un susurro-. T
de esta jaula dorada, de despojarme de la piel d
rmuradas, sintiéndome como un fantasma invisible. Encontré un rincón tranquilo cerca de la sali
í corriendo del hotel, tomé un taxi y me dirigí a toda velocidad ha
a Brenda en una habitación privada, pálida pero desafiante, su braz
una leve sonrisa en sus labios-. Le dije
califica como grave, Brenda -repliqué, tratando de
sus
n el caso Torres. Un pequeño «fallo» del coche
irable, pero su pal
rdad? -pregunté, mi
. Aunque parece que mi recuperación tardará un poco más.
la habitación del hotel, la cama compartida,
ner la fachada, públicamente, hasta que la fusión esté completa y la cena de la fun
Brenda se en
, más difícil será irse. Créeme, he visto suficientes divorcios desord
se de mí-. Pero tengo que proteger los inter
a vez -murmuró Brenda, claramente no conv
amistad inquebrantable. Cuando finalmente regresé a mi apartamento temporal, era ta
ndo por la soledad y la paz de la sala de estar. Damián no estaba en casa, un hecho que trajo una extr
dades de mi vida pública. Aquí era libre, aunque solo fuera por un
o de la Vega. «Elisa, confío en que te estés preparando para la reunión familiar de mañana por la mañana.
. Me levanté de la cama, dirigiéndome a la ducha. Mientras me preparaba, Damián entró, su exp
ecorriendo mi vesti
reguntó, su voz teñida
zón se
lgún pr
tradicional. Estás representando a la familia Cantú, después de todo, y todavía eres la señora
vestido era perfectamente apr
ablando? Está pe
ándose una mano
a familia. El abuelo aprecia la tradición. -Se giró para irse, luego se detuvo en la puerta. Me miró de nuevo, su exp
los, brilló en sus ojos antes de
a reclamar mi identidad demasiado pronto? La idea de que secretamente pudiera importarle mi apariencia, lo que su abuelo pensaba de nosotros, d

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