Monte
, pero el coche no se
mportara, sino porque él no val
s de miedo. Estaban llenos de una luz salvaje y triunfante. Había
un l
ir una palabra. Dejé mi coche maltrecho en el callejón y pedí un taxi. E
n mi agenda, pero mi estrategia tenía que cambiar. Una confrontación directa con
sitaba ser más f
ono vibró con un mensaje i
o que hice estuvo mal. ¿Podemos vernos, por favor? Nece
e sus habituales burlas engreídas. Era humilde
ía curiosidad. ¿Qué nuevo nivel de
e?* re
el Valle de Guadalupe.
esperando
estilo toscano con vistas a hileras e hileras de vides, las hojas apenas comenzando a dorarse
n un vaporoso vestido blanco, pareciendo en t
enir -dijo, su voz s
la miré, mi expres
gesto para
vor, ha
nea de piedra, fue un retrato. Era una fotografía, ampliada a un tamaño obsceno, de
so lo que me
la foto. Era de hace seis años. Antes del accid
na pequeña y cruel sonris
mpo. Él patrocinó mi beca para el Tec de Monterrey. Yo solo era una chi
elación. Fotos de ellos por todas partes. En una gala de caridad.
tinuó, su voz goteando falsa simpatía-. En la habitación de invitad
sonido am
on tan mentiro
l accidente. -Fue una afi
que te iba a tener, sin importar lo que costara. Estaba tan celosa. Pero fui
de joyas. Mis joyas. Piezas que Iván m
. Tiene un gusto terrible, ¿sabes? Tuve que guiarlo. Incluso tu anillo de bodas... fue mi e
donde el pesado y ornamentado diamant
lo miraras -susurró, sus ojos brillando con
sentes "considerados"... todo había sido filtrado a través de ella.
iempre fue mío. Tú solo fuiste un intermedio. Un r
orgullosa de su vida de segunda mano. Ella pensaba
or mi rostro. Era una sonrisa g
dela -dije, m
a conf
cerme? ¿
da. Preguntándome si estaba siendo demasiado cruel. Pero tú... eres tan maravillos
lo y saqué un encendedor de plata antiguo. Un regalo de Cale
-preguntó, un destello
un tributo más apropiado -
ó, pequeña y desafiante. Caminé hacia
! -chilló, r
a cortina. Prendió al instante, una línea de fueg
as vigas de madera del techo, devorando el santuario de sus r
olo me quedé allí, observando las llamas, una sens
o, escuché el sonido de un c
v
l ver el infierno. Miró del fuego a mí, luego a Candela,
los ojos, el calor de l
tranquila y clara sobre el crep
-

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