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Historia

Capítulo 2

Palabras:1716    |    Actualizado en: 04/11/2025

Monte

os, fijos en el Tamayo goteante y arruinado, ardían. Amaba esa pintura más de lo que

temblando de furia-. ¿Tien

oví. Solo lo observé, mi corazón latiend

a Candela. Por supuesto. Debía haber estado esperando afuera,

án y a mí, de pie, tranquila y serena. S

lado, poniendo una mano en su brazo-. Elia

a miró. Su mirada

-dijo, su voz pe

o se des

, estaba p

ugió, quitándose la mano

na actuación magistral. Lo miró con traición herida, luego me lanzó una mi

siguió fue pes

jo finalmente. No

-con

lentos, medidos. Un depre

dente, Elia. Un horrible acc

z era una cuchilla-. Me querías, así qu

Su rostro era una tormenta d

boda. Eras... incandescente. Hablabas de Rothko con una pasión que me dolía el p

fermedad. La obsesió

idiste jugar

ió, su voz elevándose con una e

-escupí-. Y ahora la

n, para empacar, para dejar este mausoleo de ment

-siseó, su rostro cerca

azo, rompiendo su agarre, y lo empujé hacia atrás. Tropezó, la

usé su propio impulso para lanzarlo hacia la isla de la cocina. Se estrelló contra la enc

d, un horror naciente en sus ojos

eres?

intentaste e

tó la tensión. Miré la pantalla

movimiento, cada llamada. Pensó que podía contenerme. Estaba equivocado. Empecé a hacer arreglos a través de canales e

asa, intentaba hablar conmigo, su voz teñida de esa ter

ndela escaló

n, con leyendas burlonas. *Dice que está cansado d

boloñesa especial esta noche. Dijo que no la había hecho p

r para mí en el primer año de nuestro "matrimonio", cuando todavía estaba en la fase de luna de

stina con mi abogado. Una camioneta negra se estrelló contra el

es salieron. No parecían asa

Esto tenía las huellas dactilares desesperadas y torpes d

a mi coche, marqué tra

tó al prime

¿Dónde

dije, con voz firme-. Tres hombres están a punto

Luego, su voz, f

gracioso. Sea cual sea el

uno de los hombres rompía la ventana del

ela no mataría ni a una mosca.

*No como tú*. Después de todo, él todavía la veí

nstaló en mi pecho. Bien. Si qu

ajando a un susurro-. Si no estás aquí, estarás recogiendo

de que pudi

o el callejón. Dos al frente, uno

sonrió, revelando una hil

Nuestra clienta

os devolveré e

trás. El segundo vino hacia mí con un cuchillo. Lo desarmé con un movimiento que mi instructor me había inculcado cien vec

su error. Acorté la distancia en dos pasos, un golpe con la palma

, mis nudillos sangrando, mi traje roto.

pánico. Corrió hacia mí, sus caros zapatos crujiendo sobre vidrios rotos. Ni siquiera se había mole

s tres hombres gimiendo en el suelo. Yo, d

abiertos con una mezcla de horro

é -dije, co

bre mí como si tuviera miedo de tocarme. Vio la

ogada emoción. Tomó suavemente mi mano, su pulgar acaricia

la vieja dinámica estaba allí. É

é mi

e fríamente-.

jos suplicantes-. Debería

raerme a s

a mano par

e ella no e

stre

a, es joven, es ingenua. Viene de un mal entor

e tenía para ella

ara que me atacaran solo para llamar tu atenc

fue un ataque al azar.

que pudiera haber tenido por el hombre

u lado, de vuelta a mi coche maltr

iendo? -pregunt

deslizándome en el asiento-. Tendré los

. Agarró la puerta del coc

Podemos arreglarlo! ¡Me desha

siado ta

l coche rugió a la v

desesperación. Hizo algo tan demente, tan absolutamente teatral, que casi no

r encima! -gritó, su voz quebrándose-. ¡L

illante, reducido a un desastre suplicante y p

elerador. Una parte de mí, la parte oscura y vengativa que

lerador. El

-

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