z roja del transmisor era una promesa secreta, pero una promesa que se desvanecí
en mi mente, un cruel mantra de
e era mi última línea de defensa, estaba comprometida. Mis capas base estaban ahora expuestas, saturándose rápid
e medía e
se. Eran Braulio y los demás, regresando de la tienda principal. Por un momento s
s vi su
a su brazo, solloz
cómo estaba y se abalanzó sobre mí
de arrojar a mi lado. Estaba allí en la nieve, una pieza de evidencia co
obre el desgarro en mi chamarra. Vio el corte no como una
rvino otro escalador-. ¡Está t
hablar,
palabras salieron como un grazn
el rostro surcado de lágrimas de Kenia a mi forma
nfusión. Era una certeza fría y dura. Le creía a ella. Me miró a mí, su prom
esto atención -gruñó, su voz goteando veneno-. ¿Pero e
on un encogimiento de hombros despectivo-. Siempre tiene que ser la estre
-agregó otra voz-. Com
aban construyendo una narrativa a mi alrededor, una jaul
nia, envolviéndola más apretada
una ternura que no me había mostrado en añ
casual, tan íntimo, fue l
. Pero por encima de su hombro, sus ojos se en
. Se levantó, mirándome como si yo fuera una pieza de equipo defectuoso que de
No había ningún malentendido que aclarar. No quedaba amor al q
de mi lucha se desvaneció. El frío era ahora
toritario para el beneficio de los demás-. Y revoco oficialmente la autorización de Alejan
zando mi sente
y el mundo comenzó a desdibujars
yendo en un abismo
o atravesó el rugido de la ventisca. Era un sonido que no pertenecía
Womp
licóp
-