e del viento. Estaba acostada en una depresión poco profunda en la nieve, un hoyo cavado a toda prisa.
do que me rechinaba en los oídos-. Se rasgó su propia chamarr
cudiendo, su agarre
spierta! ¡Deja
ían con cada respiración superficial y entrecortada. El frío era ahora una presencia invasora, dent
ladores, amigo de Braulio, se asomó a mi fosa de nieve-. Solo
exasperado. Me miró no con preocu
de manipularme. Tratando
ota de pánico genuino coloreando ahora s
tró más completamente dentro del hoyo de nieve, mis botas raspando inútilmente contra el hielo. Amontonó nieve alrede
nieve de sus costosos guan
errándose sobre la tela de sus pantalo
... por
tó mi mano de una patada,
paté
rugiente, escuché la
a, Braulio. Simplemente n
en su voz fue un golpe físico-. Vámonos. Ya vendrá arrastr
anecieron, tragad
ba s
andonada a morir por el hombre co
dejado de temblar, un hito aterrador. Sabía lo que significaba. Mi temperatura corpo
ímetros, exponiendo las capas internas a los elementos. El viento se canalizaba directamente hacia la brecha, un asalto
Mi teléfono satelital había desaparecido. Pero había una última o
interactuar con la manta inteligente. Y escondido en el puño de la manga izquierda, cosido en la propia costura, habí
ue alca
era, que se doblara hacia mi cara, pero apenas se movió. Mi brazo derecho respondía un poco mejor. C
is dedos, entumecidos e inútiles, no
a todo. Así terminaba. Traicionada, abandonada y co
último estallido de fuerza. No iba a
es se aferraron al grueso material, ignorando el dolor punzante en mi mandíbu
to pequeño, casi i
a vez. Dos veces. Nada. El sensor de presión estaba
bado por el viento, estrellé mi
erceptible, parpadeó una vez d
ba a
roso. Le siguió inmediatamente una abrumadora ola d
n increíblemente pesados. El mundo se desvanecía en un blanco pacífic
enzaba a reclamarme, una somb
luz azul de mi manta iluminando su rostro. Las lágrimas falsas había
penas un susurro contra el viento-
pequeña y cruel sonrisa
te ha guardado rencor durante años. Odia vivir a tu sombra. Odia que todos sepan que tú er
os, atravesando la última
ó, su sonrisa ensanchándose-.
nieve a mi lado, un ge
s. Yo cuidaré b
o en la blancura, dejándome con la terribl
-