vista de
a comprarle un regalo, un pequeño detalle de gratitud por ser mi refugio. Eleg
la entrada de la tienda departamental de lujo. El personal comenz
sa-, pero necesitamos despejar el piso. Un VIP va
a, flanqueados por una falange de guardaespaldas corpu
condí detrás de un gran exhibid
ue nunca había visto. Era atento, cariñoso, sus ojos fijos e
cocodrilo de edición limitada-. El color co
de ropa, sus dedos rozando l
vestido de hombros descubiertos -murmu
versario el año pasado, hizo que su secretaria me enviara una
apatos, deslizando personalmente un par d
ionando suavemente el arco de su pie-. Pero
a su alrededor, sus rostros ilumin
una de ellas en voz alta-. Sabe exactamente lo que le q
dos a tacones de diseñador, la que su idea de una cita perfecta era
do verde esmeralda que Damián había elegido. Se ceñí
nsando en su cintura, sus ojos ardiendo con una adoración abierta y mal d
arla-. Solo espera al día de la salida a bolsa. La s
propuesta públic
undó, tan poderosa que me hizo retroceder físicamente. Tropecico cuando una pila de caj
encio. Todas las cabezas
fríos y molestos,
piso estaba despejado -le esp
mi hombro. Uno de los guardaespaldas me había encontrado
quí atrás? -gruñó, sus dedos cla
icio. Intenté hablar, explicar, pero me tapó l
sta espía -le gruñó a otro gua
. El primer puñetazo me dio en el estómago, deján
ndo la sangre-. Lo conozco.
a se rio, un son
ratas interesadas de esta ciudad
nectando con mis costillas. Un dolor ce
escuché la voz de Damián desde
o? No quiero que
ñor -respondió el
mí, su rostro una másc
re. No quiere
dar vueltas, los bordes de mi visión s
Damián y Aurora alejándose, con los brazos entrelazados, bañados en la luz b
abiertos de par en par por el terror mientras corría a través de una calle concurrida para apartarme del camino de un coche a toda
Arlet
. El recuerdo se sentía como si per
-