ista de El
A sus ojos, yo era solo un cuerpo, una
extendía por mi vientre y que no tenía nada que ver con la ciencia médica. Veía cómo su m
a voz de Brenda interrumpió mis
no de Héctor se apretó, manteniéndome en mi lugar. Una s
y se detuvo en el acotamiento de
era -se quejó Brenda-. ¿V
ón y disculpa. Era una mirada que conocía bien. Era l
decir algo, una voz g
á do
ojos cerrados, su vo
arlos se despe
rdo. Volvemo
ó Héctor, sin
nterior en un profundo silencio, roto solo por el canto de
le
y me miró, su mirada intensa. Levantó lentamente la manta, su
ás acal
la de agua y llevándola a mis labios
oy b
a botella
fría. Es malo p
hacia él, una chispa de desa
doctor, Héctor? Porque no creo que
s se entrecerra
é te r
nando fuerza-. Sigue aquí.
una arruga formánd
susurro seductor-, me está doliendo ah
erca de un grupo de árboles. Él la tenía rodeada con sus brazos, y ella se reía, con la
ron en un único y ardiente punto de necesidad. Necesitaba una válv
no y la puse
or. Es tu deber ayuda
entrelazándose con los míos. Luego, su otra mano subió, no para tocarme, sino para ahuecar la parte
spesa mientras me acercab
s fijos en los suyos-. Tú eres el que h
quitó los lentes, los arrojó al asiento va
l que se aferraba a él como una segunda piel. No se parecía en nada a lo
, su pulgar acariciando, calmando, incluso mientras su boca saqueaba la mía. Un suave jadeo se me escapó,
ido era Héctor. Mi cuerpo se relajó, toda la lucha se desvaneció, reempl
entumecida, los labios magullados e hinchados. Mis manos subieron para aferrarse a la parte d
trecortados en el espacio cerrado. Sentí una
te como comenzó,
ertos y aturdidos, los labios entreabie
Levantó la mano, su pulgar limpiando
ncia,
liento para formar un
los míos, un toque ligero como una pluma
su frente presionando contra la mía-