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Historia
El ultimátum de mi ex infiel se volvió en su contra

El ultimátum de mi ex infiel se volvió en su contra

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1651    |    Actualizado en: 29/09/2025

propio dinero. Mi papel era simple: apoyarlo, pasar desapercibida, no hacer ruido mientr

u carrera, vi la cruda verdad que me había negado a aceptar.

e acariciaba el pelo como si fuera lo más natural del mundo. Cuando

vestido que él consideró "dem

puerta con ese v

bustible para su ambición y su aventura. Fui una

frío y poderoso inversionista Héctor Herrera. Impulsada por una imprudente ola de rebeldía, no me aparté. Al

ítu

ista de El

ío, pero como la mayoría de las cosas en nuestra

ionistas de Carlos, diciéndome a mí misma que no importaba. Íbamos de camino al Retiro Tecnológico Cumbres de Santiago, una conferencia de tres

tras el silencio en el coche

lizó en el asiento junto a mí. El aire cambió al instante, llenándose con el l

r Her

entro de gravedad silencioso de cualquier habitación en la que entraba. Él era la razón por

da, mi máscara de siemp

bía que venías

leves ojeras y su cabello oscuro, normalmente impecable, estaba lig

de último minuto.

contra el cuero, una clara señal de

Se giró en el asiento del copiloto, su rostro un retrato perfecto de preocupación-. Debes estar ago

mi regazo, mientras se desabro

ntada ahora mismo. -Sus ojos, grandes e inocentes, se encontraron con los míos en el esp

i apoyo era una moneda de cambio,

de fastidio, ¿o era culpa?, cruzó

nena. Eres

ntos exageradamente débiles y delicados. Pasó junto a Héctor, su cadera rozando su

de Carlos, quien había girado su cuerpo para hacerle espacio. Él comenz

n su muslo, sus dedos trazando patro

uió acariciándole el pelo, con los ojos en la carr

e. Una pequeña sonrisa triunfante se dibujó en sus labios antes de ac

da a mis pies, conteniendo los snacks sin gluten y bajos en azúcar que le había preparado a Carlos porque estaba en su fase "saludable". La tarjeta de cr

a voz ahogada-. Tengo mucha se

rta, ¿la alcanzas? -preguntó é

tán muy cansados -se

l estómago. Se inclinó, buscando en el bolsillo de la puerta antes de sacar su botel

dos, luego él bebió un largo trago de la mism

ientas mi propia botella de agua, mis manos de repente torpes. La tapa

extendió, so

T

a mía, tomando la botella. Sus dedos eran largos y elegantes, con uñas cortas y limpias. E

esfuerzo, abrió la bo

té, mi voz ape

de nuevo a su fortaleza de silencio, con

a fría, el frío fue un shoc

jugar el papel que debería haber sido mío. Tres días del favoritismo descarado de Carlos,

metido que este via

n los ojos brillantes por la promesa de un futuro financiado por capital

cionar a la tercera pers

e montaña, y un dolor hueco se extendió por mi pecho. Todo era una broma. Mi apoyo, mi dinero, mi amor.

ios, tomando otro sorbo de agua. Era una tonta. Una ton

lanzado de lado, mi hombro golpeando con fuerza contra el de Héctor. El contacto me reco

justo por encima del cuello de su blusa mientras se movía en el regazo de Carlos. All

trañas. Era una confirmación brutal y física

parté d

desafío, dejé que mi peso se asentara contra él. No iba a

nsó. Lentamente, abrió los ojos, su oscura

mis costillas, y deliberadamente me incliné más cerca,

Podía sentir el calor que irradiaba de su cuerpo, un calor constante y p

que hizo que el aire crepitara. Se sentía peligroso. Se sentía como una deci

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