Sofía T
presionada contra mi mejilla, un intento inútil de enfriar la sensación de ardor, pero más para ocultar la marca
rágil inocencia. Me lanzó una mirada por encima de su hombro, sus ojos brillando con una victori
sido reemplazado por una certeza engreída. Había cruzado una línea, sí, pero en su mente, era una
voz llena de confianza arrogante-. La verd
o a nuestro compromiso. Creía que
lante una vez más. Sus ojos se movieron nerviosamente entre los tres: yo, la mujer silenciosa
do en el ahora silencioso salón de baile-, y como un gesto de inmensa gratitud de nuestro directo
pequeño y ornam
la deuda contraída y forjar una poderosa alianza, puede el
mirada recorriendo
, declare
resión física, una manta sofocante. Podía sentir la sonrisa de Leonardo s
l momento. El momento que lo cambiaría todo.
a Bruno
n la fuerza de un golpe físico. Un jadeo colectivo y audible
errumbó. La sonrisa en su rostro se disolvió,
rro-. No. Eso... eso no está bien. ¡Dile
ró, su propia so
favor confirme su ele
rada de Bruno. Sus ojos oscuros estaban muy abiertos, la fría máscara de indifere
voz resonando con una certeza
o ahogado, un sonido d
! -Se abalanzó sobre mí, su rostro torcido en una grot
nca me
locidad cegadora, su mano se cerró sobre la muñeca de Leonardo. Hubo un crujido espan
esión oscura e indescifrable, hasta que Leonard
ruñido bajo, una promesa de violencia apenas contenid
stro. Se acercó suavemente, sus dedos flotando justo sobre la marca roj
ó, su voz más suave de l
respondí, y por primera vez desde mi renacimient
espe