Fe V
nstinto se apoderó de mí, mi mano se cerró en un puño, lista para devolver el golpe. Pero entonces, por el rabillo
e Acción de Gracias. No s
duro en mi estómago. Miré furiosamente a Bruno, a Juliana que ahora me m
un destello de arrepentimiento cruzó su rostro. D
, y
. Le rodeó las piernas con
... creo que se me met
Mientras se inclinaba para ate
do con su propia he
oso. ¿Qué di
la vergüenza al
licado por diez. Se enderezó, mirándome como
. Dios, ¿por qué estoy con una m
us primos se re
hermana -susurró uno de ellos-, ¿cómo lo m
de celos!
uno, jurando que golpearía a cualquiera que intentara robármelo. Había sido una fanfarronada impulsiva y tonta, nacid
recieron a
z bajó a un murmullo b
o esta noche. Si de verdad quieres casarte
aliento calient
ienes fuera de mi vida, y yo te perdonaré po
tan poderosa, estar tan completamente desprovisto de decencia? Vio mi silencio y lo
i concediera un gran favor-, me asegura
ía a nadie más que a él. La multitud de espectadores nos observaba
y seco cortó el aire. Los pa
señor Herrera, estaba en lo alto de la gra
una autoridad que silenció instantáneamente a
igura emergió de las
s. Estaba de pie, luciendo más alto y fuerte de lo que nunca lo había visto. Su mirada recor
sando junto a Bruno, junto a Juliana, junto a
aja y firme. Era tranquila, pero
ubiera desechado. Un coche se había detenido, y el rostro de Caleb había aparecido en la ventanilla. "Señorita Valdés", había preguntado, "¿qué hace aquí afuera?". Nunca me
tan vívido que
b de nuevo, su ceño frunci
oscuros y serios. Negué con la cabeza
oy b
e la habitación, Bru
aleb? Es mi futura espo
uno una mirada que podría cort
esperando -anunció
dándome un empujón d
greída jugando en sus labios. Ya se imaginaba a sí
embargo, fue d
gió a una pequeña plataforma elevada. Su cabello era blanco, pero su presencia era ta
ación-. Mi querida Fe acaba de cumplir veintidós años. Según el acuerdo que
dejando que el
ento de mis bienes personales y todas mis acciones
de Fernando Garza era legendaria. El ochenta
ean testigos de su felicid
paso seguro hacia adelante,
éndolo. Se giró, su mirada pasando por enc
oz resonando con o
nte. Bajo los brillantes candelabros, no se parecía en nada al recluso enfe
orma, sus ojos en
z suave pero cla
-