rie fue escoltada hasta la
tación", dijo el mayordomo co
sepulcral. En los amplios y desolados
rto en un rincón apartado de la mansión, alejado del corazón
de ese universo; todos buscaban su favor, an
oría de aquellos supuestos
hombre en coma, pero temía algo peor: que Jonathan se recuperara. Si eso o
ataban como un detalle insignificante, a
a riqueza y su compleja red de influencias, era un laberinto de intereses y
nueva esposa d
con una voz grave y autori
un hombre de mediana edad
e era imponente. Su expresión sever
ella, un fugaz destello de
lia Brown enviara a alguien tan distingu
lerie no mostraba vacilación. Su serenidad
tajante. "Ya que está aquí, será responsable de cuidar de Jonathan. En la familia Holt no hay lugar para quien
da tensarse ante la frí
allí, atada a un hombre que apenas cono
amplios y silenciosos pasillos de l
e custodiado, con varios guardaespaldas de tr
ja, aunque la precauc
ía convertido en un campo de batalla. Muchos codici
adenó la noche
de eminencias médicas de todo el mundo. Todos estaban dedicados a salvar al hombre que, en apen
ido, a Valerie la invadió la curiosidad. ¿Qué clase de
es que se extendían del suelo al techo, descansaba una cama hecha a medida, ligeram
figura sobre la cama. El rostro de Jonathan Ho
s a la perfección: largas y espesas pestañas proyectaban sombras sobre su p
tura, una imagen demasiad
ido con una obra de arte y no con un hom
ucían ahora a una figura frágil
eñido de pesar, esc
edad, con un tono frío y cortante. Sus agudos ojos recorrieron el rostro de Valerie, registrando el má
cerca, como si la desafiara a mostrar la más mínima debilidad. Sus palabras
no se
ie en la residencia de los Holt. El desdén y el juicio eran p