ar. Pero yo no sería su caso de caridad. Con mi linaje y fortuna, podía tener al hombre que quisiera; no necesitaba mendigar las migajas de afecto de alguien que me despreci
s herman
le dije con un tono cortante, ocultando el dolor en mis ojos. Los años que había malgastado, el amor qu
er cosa,
n de Eve McClain por completo. Ella no es una Bar
eres, así será. Haré que los retiren todos de la finca después de tu boda". Ante e
e veía inocente. Se acercó corriendo y enlazó su brazo con el mío, diciendo: "¡Elen
pues era la cara de la chica que me había robado el amor y
en un movimiento de pura teatralidad, gritó y cayó d
é hacia abajo y vi a los siete hermanos, de pie, mirándome. Kennith Boyle me señaló con
o fue Elena! Solo me resbalé. Ella nunca me haría daño". Pero sus palabras solo me hicieron parecer
on frialdad y desprecio antes de agarrar a Eve en brazos y llevársela como si fuera de cristal.
uciendo pálida y frágil, con Damien a su lado. "Elena", dijo la chica, con voz suave y dulce. "Siento lo de esta mañana. Y por favor, no te preocupes por Damien y por mí; conozco mi lugar y nunca me i
rado, guiando pacientemente las riendas con las suyas, y hablánd
allo a la silla, pero en lugar de dejar que lo utilizara
rido montar al semental más enérgico de nuestros establos, un caballo salvaje que nadie
Pero ese día, él había mirado a un Damien renuente de dieciséis años y le había
lado en silencio, con una