so. No porque me amara, sino porque yo llevaba el corazón d
o, un fantasma cruzó nuestra
e su "muerte" había sido una pr
irando mi pecho. "Ay, querida. Ese no es mi cor
a razón entera de mi jaul
ítu
Las copas de cristal sobre la larga mesa del comed
Polanco era frío y osten
los ojos fijos en mi pecho. Nu
la misma pregunta que me hacía todos los
bien,
ón de su primer amor muerto. Mi vida era una prisión construida a base de chequeos médicos, comidas orgánicas y a
er estaba parada allí, bañada por la luz del vestíbulo. Era
mujer que se sup
mano y se hizo añicos en el suelo de mármol. La miró fijame
su voz una suave m
illantes. Ni siquiera me miró. Y
stra mesa y me miró por primer
s ojos en mi pecho. "Pero ya regresé. D
or o celos. En cambio, no sentí n
ije. Mi voz era t
esperaba lágrimas, una pelea, una escena patética. Pero la mujer que amaba a César Burke había
ose rápidamente. "César
se de
o lo mejo
e frío de la noche me golpeó la cara al
sé en su salud o en su historia. Solo lo sentí latir. Y supe, con una claridad repentina
rsitaria, un multimillonario hecho a sí mismo cuya tranquila intensidad dominaba la sala. Me enamoré de él al instante, un enamoramiento tonto e i
dijeron que moriría sin un trasplante. Acostada en una cama de hospital, escuché la noticia de que el yate de Fabiola se
to a tiempo. Sobreviví a la cirugía, solo para que una enfermera compasiva
espués, entró en mi vida, gentil y atento. Hablaba de Fabiola y yo escuchaba, pensando que encontraba consuelo en el pedazo de ella que yo llevaba. Sabía que miraba m
"Necesitamos proteger el corazón", decía César, con voz suave pero firme, mientras prohibía cualquier cosa que pudiera elevar mi ritmo c
se marchitó, hambriento de afecto. Yo no era una persona para
resó. Y me dijo la v
prueba", dijo Fabiola. "Tenía que saber si de verdad me amarías para siem
como si no pudiera respirar. Luego Fabiola
Ese no es mi corazón. Estoy perfectamente san
e todo nuestro matrimonio era una mentira. Una mentira que
li
nza se había ido. Todo lo que q
y preparé los papeles del divorcio. No p
asa estaba a oscuras. Entré a mi est
lí, en medio de la hab
s?", exigió, s
", dije, evit
tan tarde. Es malo para tu sal
a de mi salud. Si
ho, pero esta vez no era mi
bien,
ceptaron", dije, mi voz temblan
o es quedarte aquí y ser mi espo
una fuente de dolor secreto
cetos para mi solicitud a CENTRO esta
reco
Comenzó a romperlos, uno por uno. El sonido del pa
echos trizas
ro de mí
arrancado de mi garganta. "¡No soy una muñeca! ¡No
! ¡Tengo una vida! ¡
orazón de Fabiola, Kenia. Y tú ere
rriendo por mi rostro. "¿Y si quiero ser d
Se me cortó la respiración. Tropecé,
ante, reemplazada por esa preo
sus manos flotando sobre mí
astillas que siempre tenía cerca. La medica
voz un murmullo bajo y suave. Era la voz
a. Quédate conmigo y te
a. Ya no sentía nada por su toque gentil. Era el
cho disminuía, una fría determ
con los o
de mi bolso. El ac
en la calle Masaryk
, no por la sospecha. Pensó que estaba teniendo un berrinc
taba firmando. Simplemente garabateó su nombre en la línea
añadió, "y podrá
bre el papel fue el sonido
ésar Burke. El nombre que había de
bado. Tenía