estamento de nuestros sueños compartidos. Pero entonces una mujer llamada Gema Cantú entró en nuestras vi
forzado a elegir entre yo, su esposa, y Gema, la hija d
uel. Más tarde, en el hospital, lo escuché confesarle su amor a Gema, sellando mi destino. La traición definitiva
ntro. Lo había amado con cada fibra de mi ser, y él me había a
nuestra vida destrozada, y le vendí mis acciones de nuestra co
ítu
das a la espalda, la cuerda áspera clavándose en mis muñecas. Frente a mí, Carlos, mi esposo durante d
pequeño cuer
miedo -gimió, su vo
con una cicatriz que le partía la c
O de Grupo Vértice. Millonario. Pero hoy, tu s
ma, moviendo el cañ
queda. Así que, ¿quién va a ser? ¿Tu espos
ncontraron con los míos, y por una fracción de segundo, vi al hombre
ema. Ella lo miró, con los ojos m
... mi
maba. El fantasma de su padre, su compañero soldado que había mu
dijo Carlos, co
Diez años. Diez años de amor, de complicidad, de con
. No me miró. Fue directo hacia Gema, ayudándola
con una voz imposiblem
de intimidad, de un vínculo que claramente iba más allá de la culpa
Carlos finalmente me miró. Su rostro
to. Volveré por
na mentira flotando en el ai
ta de metal se cerró de golpe, el sonido haciendo ec
z sonrió, mostrando uno
so no te quiere muc
us intenciones ar
eocupes. Te ha
o, un sonido gras
usurré
o desesperado y crudo que
¡Ayúdame
ensordecedor de su traición. Me habí
me invadió. No dejaría que m
ta, podía ver el agua oscura y turbia del canal
ce lo único que podía hacer. Me lancé hacia at
vidrio y madera astillada. Luego, el
astraba hacia abajo. Luché, mis pulmones ardiend
onde dibujamos los planos de Grupo Vértice en una servilleta. El día que me propuso matrimonio, prometiendo que conq
con cada parte de mi ser. Y él
una tristeza profunda,
.
de una máquina y el olor esté
ba sentado junto a mi cama, con la cabeza entre
cargada de emoción-. Estás
la aparté. Su contacto se se
voz quebrada-. No tuve elecci
bido sin sentido. Lo sentía. Estaba
e frente a mí no era el esposo que
casa, insistiendo en que era su deber cuidar de la frágil y traumatizada hija de su camarada caído. Traté de ser comprensiva, pero su "deber" se convirtió rápidamente en una obsesión. Se p
ía creído. Había creído en u
mirando al hombre que me había
ya no era su espos