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Historia
De Esposa a Rival

De Esposa a Rival

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1187    |    Actualizado en: 15/08/2025

estamento de nuestros sueños compartidos. Pero entonces una mujer llamada Gema Cantú entró en nuestras vi

forzado a elegir entre yo, su esposa, y Gema, la hija d

uel. Más tarde, en el hospital, lo escuché confesarle su amor a Gema, sellando mi destino. La traición definitiva

ntro. Lo había amado con cada fibra de mi ser, y él me había a

nuestra vida destrozada, y le vendí mis acciones de nuestra co

ítu

das a la espalda, la cuerda áspera clavándose en mis muñecas. Frente a mí, Carlos, mi esposo durante d

pequeño cuer

miedo -gimió, su vo

con una cicatriz que le partía la c

O de Grupo Vértice. Millonario. Pero hoy, tu s

ma, moviendo el cañ

queda. Así que, ¿quién va a ser? ¿Tu espos

ncontraron con los míos, y por una fracción de segundo, vi al hombre

ema. Ella lo miró, con los ojos m

... mi

maba. El fantasma de su padre, su compañero soldado que había mu

dijo Carlos, co

Diez años. Diez años de amor, de complicidad, de con

. No me miró. Fue directo hacia Gema, ayudándola

con una voz imposiblem

de intimidad, de un vínculo que claramente iba más allá de la culpa

Carlos finalmente me miró. Su rostro

to. Volveré por

na mentira flotando en el ai

ta de metal se cerró de golpe, el sonido haciendo ec

z sonrió, mostrando uno

so no te quiere muc

us intenciones ar

eocupes. Te ha

o, un sonido gras

usurré

o desesperado y crudo que

¡Ayúdame

ensordecedor de su traición. Me habí

me invadió. No dejaría que m

ta, podía ver el agua oscura y turbia del canal

ce lo único que podía hacer. Me lancé hacia at

vidrio y madera astillada. Luego, el

astraba hacia abajo. Luché, mis pulmones ardiend

onde dibujamos los planos de Grupo Vértice en una servilleta. El día que me propuso matrimonio, prometiendo que conq

con cada parte de mi ser. Y él

una tristeza profunda,

.

de una máquina y el olor esté

ba sentado junto a mi cama, con la cabeza entre

cargada de emoción-. Estás

la aparté. Su contacto se se

voz quebrada-. No tuve elecci

bido sin sentido. Lo sentía. Estaba

e frente a mí no era el esposo que

casa, insistiendo en que era su deber cuidar de la frágil y traumatizada hija de su camarada caído. Traté de ser comprensiva, pero su "deber" se convirtió rápidamente en una obsesión. Se p

ía creído. Había creído en u

mirando al hombre que me había

ya no era su espos

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