paso era d
ra personas que necesitaban esfumarse. Era caro, pero el dinero de Catalina era, por el momento, todavía
URP, cuentas bancarias, pasaporte. Borrándome de la exis
s médicos dijeron que nunca volvería a dibujar. El dolor era inmenso, pero la pérdida de mi propósito
plateado que se veía impresionante pero se sentía como un peso muerto al final de mi brazo. No podía sost
a intentar usar mi mano izquierda. Durante dos años, en secreto y con esmero, me había vuelto a enseñar a dibujar. Mis líneas e
undación de arte en Madrid. Era mi secreto. Iba a decírselo a Catalina esta noche, en nue
ganta. Ahora agradecía no habérselo dicho.
eléfono. «La cancelación de identi
io me invadió.
nseguir mi portafolio, mi pasaporte real y algo de efectivo.
de pie en el vestíbulo, con los brazos cruzados, su rostro una másc
? ¿Lo dejast
que llevaba años con n
yo... pensé que e
mbros se relaja
se desvaneció, reemplazada por una mirada de profunda preoc
¿Dónde has estado? ¡
e, un aroma que solía amar, ahora olía
una vuelta -dije,
perfectamente cuidada
algas sin avisarme. No estás
mor» sofocante que usaba para atra
palabras un grito silencioso en
alina -dije, apa
ldad. Estaba demasiado e
egalo de aniversario.
a medida para mí después del ataque, pintado en mi tono de azul favorito. Se suponí
al lago. Era todo de cristal y piedra, con líneas limpias y una sensación de ligereza imposible.
z suave-. Se llama 'El Refugio de Eleazar'. Un lugar
as ventanas para captar la luz de la mañana, incluso la raza del gato -un espo
osa tristeza. Me conocía tan bien. Conocía cada uno de mis deseo
oraba por el regalo. Lloraba por el hombre que solía ser, el
lágrima y su r
lgar-. No tienes que agradecerme. Todo lo q
a caja. Dentro había un anillo de platino, una
s-. Es un anillo inteligente. Monitorea tu ritmo cardíaco, tu ubicación... solo par
dor GPS. U
specífico y agudo. Un tono que nunca había escuchado
egundo, su máscara se deslizó. Vi un dest
illo en la pa
ia del trabajo. Quédate aquí, conoce tu nue
do hacia el helicóptero. Observé cómo se elevaba, sus aspas ag
otándose contra mi pierna. La casa era
n mi mano. El gato tenía u