queña sala de conferencias sin ventanas junto al vestíbulo principal. La puerta
a pris
oz fue absorbida por la alfombra afelpada y las paredes con paneles de madera. Agotada, me des
l principio, luego más claras. La puerta
uiero decir, la señorita Ortiz parecía muy a
un joven llamado Marcos que si
. Tranquila, controlada y a
ón, Marcos. No soporta que yo siga ad
mis huesos. Pegué la oreja
Marcos, con voz vacilante. "¿Y s
verá solo. Mira, Valeria nunca me dejará. Está demasiado entregada a ese hijo
i pude oír la sonrisa
ndo todo esto termine. Déjala que l
guardó
do un legado aquí. Janeth me está dando un heredero sano. Un hijo que pueda hacer
reder
ción, una sentencia de muerte para mi hijo, p
artido, era todo una mentira. Yo no era su esposa. Era un inconveniente.
día sentir era un vasto y frío vacío abriéndose dentro de mí. El amor que había sentido por Fernando, un amor que había al
ue era adoración, y había prometido amarme y cuidarme, en la salud y en la enfermedad. Había sostenid
ras.
ia de prensa. Iba a pararse frente al mundo y anunciar su brillante nue
adura de la puer
me
con un crujido. Marcos estaba allí, con el
ijo en voz baj
nto a él sin decir una palabra. La lástima en sus ojo
que podía senti
a madre. Y a su hijo se le