. Se iba. No podía quedarse en esa casa ni un minuto má
ónde
con un traje impecable. A su lado, Evelyn se
oy, J
. "Solo estás sensible". Se detuvo frente a ell
iró fijamen
urro frágil. "El que Jacobo te regaló.
más preciada. El símbolo
Anabel, s
s mejillas. "Lo siento", lloró, escondiendo el rostro en el pe
hermana. Miró a Anabel por encima de la cabeza d
iciste", siseó
Estoy aquí". La ternura en su voz fue un golpe físico para
ordenó Jacobo, sus ojos
mío?". Recordó que apenas la semana pasada, había encontrado a Evelyn en su sala de música, con las mano
solo quería sentirse más cerca de la música. Jacobo le restó impor
Anabel, girándos
uerta, la boda se ca
"¡Tú fuiste el que se negó a casarse con
dedos clavándose en su pie
a. Ni amor, ni miedo, solo un vasto y frío vacío. El homb
ría expresión de ella, y su agarre se intens
ese vesti
Qu
que tienes, te lo compré yo. Quítatelo
esto a las dos sirvientas que habían estado observand
Se quedó quieta mientras le quitaban el vestido de diseñador, dejándola
mano teatral a la boca. "¡Oh,
a su hombro. Una vieja herida de un accidente de coche de hacía años. Casi había acabado con su carrera. El daño nervioso permanente sign
cargada de asco. No la miró a ella,
atriz. Los meses de fisioterapia, el miedo de no volver a tocar nunca más. Él habí
a ella, como si f
historia. A diferencia de las cicatrices de algunas personas, que son autoinfligidas para llamar la atención".
jó escapar un pequeño grito y sus ojos se pusier
rmana, tomándola en sus brazos. Miró a Anabel, su
", escupió. "Me
, dejando a Anabel sola y semidesnu