img El Costo Invisible del Amor  /  Capítulo 3 | 23.08%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1135    |    Actualizado en: 31/07/2025

lvió a casa

para arreglarla, con la leyenda "Mi héroe". Una foto de ellos compartiendo un postre ridículamente caro, su brazo casualmente sobre el respaldo de la

maletas. Todas mis posesiones eran prácticas, gastadas. No había lujos, ni

ta barato, un regalo de Damián de nuestro primer año juntos. Fue el único regalo que me compró con su pro

al cuarto día, con aspe

etas junto

alguna

-mentí, incapaz de mirarlo a los ojos. No

arla. Estaba demasiado absorto en su propio mu

a voz-. La empresa me está dando un lugar nuevo

iso a techo, la cocina de ú

erlo -dijo, como un

rle el relicario. Pero otra parte, más débil,

ije en v

na gira de despedida de la v

en el corazón del distrito más caro de la ciudad. Cuando salimos del ascensor h

ia -dijo, su sonrisa brillante y

-canturreó-. ¿N

ostrarnos su

Tenemos exactamen

lugar de Damián. Los mismos muebles minimalistas, la misma paleta de co

nsando, ya que las distribuciones son idénticas, que incluso podríamos

aro. Una vida compart

nrió, parecien

ene un gr

el estómago, pero esta vez fue dife

ta de vinos más larga que mi brazo. Me entregó el menú, un gesto sutil y cruel. Miré las palabras en francés

ustia y me quitó e

le dijo a Carla, como si explicara los háb

u voz goteando falsa simpatía-.

vió ha

s, Blanca? ¿

s, las complejidades de su trabajo. Había pasado die

cosa está b

biertos. Tiré mi vaso de agua, el cristal rompiéndose en el suelo de mármol. El ruido

ír sus susurros mientras me iba. "¿Quién e

amentado. La mujer que me devolvía la mirada era una extraña. Pál

mundo. Nunca

n todo el restaurante. El pánico estalló.

ico pensamient

briéndome paso entre la multitud

u silla estaba echada h

bía d

, mi tobillo torciéndose dolorosamente. Ca

gura. Sostenía a Carla, que tosía dramáticamente en su hombro. M

o! -dijo, pero no se movió.

la, su voz ahogada contra su traje-. P

desgarrado. Pero fue solo por un segundo. Tomó a Ca

lo, en medio del caos,

do, mi tobillo gritando de dolor. Vi su coche al

cho su e

momento,

luego fui directamente a casa. Saqué mi teléfono y reservé un

to. Lo vi en nuestros apretados departamentos, estudiando hasta altas horas de

n edificio en llama

de pie junto a mi cama, una sil

stenía mi bole

un gruñido bajo de incredu

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