ompostura. Había llorado toda la noche, pero se había maquillado, se había puesto un elegante t
a un pijama de seda ridículamente corto que pertenecía a Adriana. Est
soltó un pequeño jadeo e inte
o. No encontraba mis cosas y tenía ta
ador, bebiendo café y leyendo el per
Jimena y se dir
es para el persona
ajó el periódico, co
ble, Adriana. No convie
hó a llorar
árdenas. Me iré. No
a corta y fría y se d
amó Gerardo, pero
cina de la abogada de divorci
Y quiero un desglose completo de nuestros bienes compa
astuta llamada Licenci
e inmediato, señora Cárdenas. Nos asegur
mbido constante de su teléfono. Docenas de llamadas
ba en silencio. Subió la amplia escalera haci
y se le cortó
adas a un lado. Una pieza de lencería de encaje negro, que no era suya, estaba tirada descuidadamente
o del empalagoso olor a
ste era su santuario. Su lecho conyugal. Habían
ue un grito desgarrador
aspecto nervioso. Observó la escena y sus oj
iana, con la voz temblando
su mirada. "Jimena estaba ayudando a las
nada sobre
ció detrás de él, con las mejillas
o. Vi su hermosa lencería cuando estaba ayudando a guardar la ropa y no pu
pareció
oven, solo tenía curiosidad". Se volvió hacia A
riana era tan inmensa que
baja. "¿Qué sigue? ¿Me dirás que si los hubiera encontrad
erardo se enso
na. Te has vuelto am
de ser ir
de sí misma y libre. Se había vuelto tan obediente, tan silenciosa. Esta
so sobre manila y lo arrojó
ivorcio, Gera
par, sus pupilas se encogiero
star habland
ado más en ser
cálmate",
rmó ella, con voz plan
a, arrebató los papel
ORCIAR DE TI! ¡Es
lozar en el umbral,
"Si nunca hubiera vuelto,
ó su fría mira
Nunca debiste
imió más
lado, atrayéndola en
Adriana! ¿Cómo pue
toda la casa. El ruido hizo que la Matriarca Garza,
ozado, su nieto llorando, la chica sollozando y e
o esto". Explicó la deuda de gratitud que la familia tenía con la mad
matriarca, con lágrimas en los ojos. "Por favor, perdona la est
to arrepentido, ta
. Por favor, dame u
determinación de Adriana vaciló. Quizás podrí
a. Durante unos días, Gerardo fue atento y amable. Adriana comenzó
con el rostro como una nube de tormenta. Detrás de él, sostenida por un mayordomo,
Adriana con un
pudiste ha