aroma que solía darme seguridad, pero que ah
onstruido con mi esposa
al Dr. Morales, mi voz firme
n: Clara y Marcos Durán, antes de qu
tenía su mano en la cintura de Clara, riend
s pudo preguntar: "¿Qué e
de fría indignación, mientras
so!", gritó ella, intentando vo
z no fu
mi voz mortalmente tranqu
se convirtió en rabia: "¡No te atr
e la puerta sonó, y dos pol
, me amenazó, tengo miedo", di
ción descarada m
, y me llevaron
sesperación, y me di cuenta de que mi dolor no era
esignación se convirtió en una i
gó mi fianza, mirándome con decepción, n
ahí", me dijo, "Yo me encargaré de l
palabras de la señora Carmen, mi vecina, lo confirmaron: "Esa mujer
e brutal, validando cad
tigiosa beca de investigación en el extranjero
solo una abrumadora certeza
el último rayo de sol de
a abandonado,
antado de mis hombros, y el camino por