mesa del comedor. Comía en la cocina, con el resto del servicio, pero incluso ellos mantenían la dist
ortantes. Martha, la jefa de servicio, me ordenó que sirvi
an tu nuevo puesto", dijo Mar
aban con descaro, algunos con lástima, otros con lascivia. Damián disfrutaba
inó, Damián me llam
anteniendo la
erminado. Recoge s
Y tienes hambre, ¿verdad? No has comido. Puedes terminarte l
a humillación era un fuego que me quemaba las mejillas. Miré los platos, la com
r" , resonó la voz de Damián en mi cabeza. Pero esta vez, debajo de la crueldad, percibí
tiqué lentamente, sin saborear nada, sintiendo las miradas de todos clavadas en mí. No iba a
al. Trajo a una mujer. Era hermosa, elegante, y la forma en que miraba a Dam
ordenó Damián, rodeando
almente" movió el pie, haciéndome tropezar. E
nque sus ojos brillaban de satisfacción. "Lo sien
rita Isabella", me orde
illándome para limpiar el
"Un vestido así cuesta más de lo que ganarás en toda tu
a, pero él solo observaba, su rostro inescrutable
ó el abdomen. Un espasmo tan fuerte que me robó el aliento. Me l
ngir que te mueres para no dis
"Me disculpo, señorita. Si me
abía que mi cuerpo se estaba rindiendo más rápido de lo que esperaba. Fui al baño y me miré en el espejo. Mi rostro era el de una extr
te. Era Damián. Su rostro m
permiso para
respondí, mi voz
ido, y creí ver una chispa de preocupación. Extendió la mano, como si fuera a tocar mi frente
ariño, ¿dó
uevo. Retiró la mano bruscamen
Y no quiero oír una sola queja",
a vacilación resonando en la habitación. Era una tortura. Esa pequeña, casi imperceptible muestra