estaba en medio de todo, una extra en mi propia vida
formó, y sus palabras heladas, "¡¿Qué demoni
ó, y su madre, Doña Elena, remató con
la sustituta, la mujer sin apellido que solo
umillación quemaba, y por un instante, me pregunt
su agarre, y dejé atrás la farsa, porque algo