e México con el cora
ocer a Ricardo, mi novio, que para mí era un príncipe
afetería, escuché su voz. Una
¿te imaginas? Seguro llega oliendo a pesc
har cómo me describía como "pobre e ingenua" y qu
ntro, pero una voz inesperada lo
á muy manchado. La chaval c
atiendo de emoción, se convirtió en
ta, pero no para
e no supieran lo