rdos me asaltaron, no como sueños, sino como f
a mesa, estudiando, con el ceño fruncido en concentración. La luz de la tarde entraba por la ventana y le
eten en la cabeza las películas. Me enamoré de esa imagen, de la ide
que me había equivocado de pedido. Él levantó la vista, sorprendid
especie de distancia cortés, como si estuviera haciéndome un favor. Yo lo interpretaba como timidez, como que estaba enfocado en sus e
tont
ba a sus amigos como "una amiga muy especial". Pero siempre había una barrera invisible. Cuando in
", me decía. "Las cosas
devoción, mi amor incondicional. Puse sus necesidades por encima de las mías, celebré s
empresa de su padre. Yo ya era su prometida oficial, el anillo d
sus socios en la terraza. Me detuve detrás de una gran maceta, no con
ero Sofía... esa chica es una diosa. ¿Por qu
ardo fue como un go
Un sedán familiar. Ximena es perfecta para eso. Su familia tiene el apellido y las conexiones que necesito. Es dulce, manejable... n
ba la imagen que yo había construido de nuestra relación. Él no me amaba. Nunca me había amado. Solo me estaba usando. Y Sofía... mi mejor a
cidente. Justo antes de salir, me llegó un video a mi celular, de un nú
con ella?", le preguntaba S
ondía él. "Tú eres la única dueña d
so, él susurró el nombre que
fía
a escuchado algunas noches, en la oscuridad de nuestra habitación, cuando estábamos juntos. Yo pensaba qu
tira. Fui la tonta, la ingenua, el esc
có de la oscuridad. Desperté. Pero ya no era la misma Ximena. La chica
frío. Algo que ya no sentía amor, solo