advertía del dolor que estaba por venir. Abrí los ojos de golpe, las luces de un coche que venía de fren
endo el accid
gresado a este preciso momento, el i
rfil se veía tenso bajo la luz intermitente de los faros
yo también grité, grité su nom
vez
ena como si fuera una película que
mi pecho mientras el vehículo giraba sin control y se estrellaba contra la barrera de contención.por un segundo, un silen
or agudo me recorrió el cuello, pero mi mente esta
té a Ricardo, mi voz sonó
. Su primera reacción, su único instint
¡Contéstame!", gritaba con una desesp
nacido en mi corazón esa misma noche, antes de salir de casa, cuando recibí aquel video anónimo.
ozar desde atrás, u
, me duele mucho l
se lanzó torpemente hacia el asiento trasero, pasando por en
a pasar nada, te lo prometo", le susurraba, b
ntensificaba, y un líquido caliente empezó a escurrir por mi sien. Era sangre. Un dolor pu
escuchaban cada
azules pintaban la escena de una urgencia caótica
arece rota", dijo Ricardo de inmediato, sin
cos me miró a travé
stá bien? ¿Pu
mareo me invadió. "Mi..
idado, la colocaron en una camilla, mientras Ricardo no se separaba
rrencia tardía. Una enfermera joven me tom
d? Por tu culpa casi se matan todos", me dijo en un tono a
derme, pero las palabras
Veían a Ricardo, el prometido devoto cuidando a la amiga herida, y me veían a mí, la prometida celosa que, según
nvirtió en una garra que me apretaba por dentro, era
ije a la enfermera que me
ndo una forma. "Es normal después
co que sentía crecer en mi pecho. Pero ella desvió la vista, su rost
frenéticos de mi corazón. Ricardo estaba en la otra ambulancia, con
oportable, una ola tras otra de agonía que me robaba
Yo no solo estaba perdiendo a mi prometido y a mi mejor amiga