ego c
repartió las cartas con
s, tomé un fajo de diez mil pesos del maletín y
olpeando la madera hiz
on una sonrisa ligera.
l aliento. Sentí su mano en mi
i siquiera has visto tus
usurro urgente,
ré por
mirada fija
resa y diversión, como un gato que
dijo otro jugador,
dijo el
nrió. "Tam
dor pidió
no, dejé que una de mis carta
de cor
más alta
que solo Ricardo pudier
fijaron en la cart
nrisa se formó
na novata estúpida que no sab
fec
e, lanzando otro fajo a la
a Ricardo
e da miedo seguir con diez mil pes
ción dio e
e contraj
ena mano, pero no invencible. Sin embargo, mi
lo estab
ndo desafiado por una mujer que,
ta sea!
so, arrojó sus cartas b
ro! ¡Te l
endo a su líder retirarse,
mente recogí el d
ó aliviado d
, abrí mi mano "ganadora" como
con falsa sorpresa. "¡Pen
is carta
sí. Pero las otras eran
su
ía ni
cio t
quedó boq
ardo pasó del
de que lo ha
no que probablemente era mucho mejo
uerte que las fichas saltaron. "¡Tienes una sola c
os, mi cara una má
cualquier cos
dinero en
ra ronda
o estaba
ue esperar a que e