rida que acababa de descubrir. Jorge no aguantó más. A mitad de la noche, sin darle explicaciones a nadie, y mucho menos a s
ncontrar una
o un huracán. Encen
!", gritó
eco le r
abía un silencio, una quietud que nunca antes
e ella estaba abierto. Y vacío. Ni un solo ves
tes, su perfume floral... nada. El mármol estaba li
. Era como si le hubieran arrancado una parte de su vida sin que se
e pertenecía a ella había sido removido con una prec
idando por un segundo que lo había bloqueado. La pantalla le re
el brazo todo lo que había sobre una mesita de noche. Lámpar
ces cuand
manila. No estaba allí antes. Ella debió haberlo dejado a propó
as. Su nombre, "Jorge", estaba escrito en
abr
bía dos d
Un documento frío y legalista que estipulaba los términos de su acuerdo: cinco
cumento le he
apeles del
lo faltaba su firma. Y junto a e
lido. Eres lib
s, incrédulo. Leyó la
bién so
lla no lo veía como un favor que él le hacía al dej
manera. No por su propia voluntad. Él era quien decidía c
los rasgó por la mitad. Luego otra vez, y otra, hasta qu
alivio. Solo un vacío más profundo. Porque sa
Y lo había hecho en