los, lanzándome miradas que mezclaban curiosidad y condena.
como si quemara, su rost
stás haciendo, Elena? ¡Has
e convertida en esposa y tu hijo no son mi familia.
el shock inicial, s
tarte, mal
niéndolo antes de que pudiera
, le advirtió mi padre, pero no me mirab
con la mirada. "A ver qué opina Carmen Castillo de que s
se congeló. Mateo retrocedió, su furia reemplazada por una v
tre ellos, su rostro una máscara de
l brazo de mi padre. "Nena no está bien, mírala. Está alterada,
cos invitados que qued
i hijastra. A veces, la presión de se
o una loca, una niña inestable e histérica. Estaba invalidando
la barrera, reanudó su papel de víctima.
miedo. Nunca la
ijo Sofía, abrazándola con una ternura m
funcionaba. Vi la lástima en los ojos de los demás, pero
, dijo Sofía, guiándola hacia las escale
siva. Se había tragado el anzuelo, el sedal y la caña de pescar. Era patético. Sofía lo notó y l
mi padre mirándome como si fuera un
ás hasta que yo te lo diga", siseó.
enes, Ricardo", respondí, mi voz he
riosa en mi espalda. Sabía que esto era solo el principio. Había dec