po ardiendo por los cintarazos,
e dolía de tanto gritar. "¿Por qué
y me jaló del pelo
. Hay cosas más importantes
futuro?", grité, la desesperación me d
na bofetada. El golpe me volteó la cara y me dejó un zumbido en los oídos.
grupo de personas en nuestra puerta, todos con caras de preocupació
s solo una muchacha. No hay
a en lo que no le importa", respondi
Marta. "Es una buena niña, la más lista de la colo
peranza. No estaba sola. La ge
una palabra. Simplemente se lo mostró al señor Juan. Él lo leyó. Su cara se arrugó en una mueca de confus
era la misma. La preocupación en sus rostros se borraba y era reemplazad
rdo y Elena,
bía, qué
do tiene
aban como si yo fuera una cosa rota, un problema,
nos v
es un asun
mejore l
edé sola de nuevo con mis verdugos, en un silencio que era peor que los grito
examen, mi padre entró a mi cuarto. Yo
u voz plana. Dejó el p
no estaba. En el lugar que debía ser mío, en la carrera de medicina, con el puntaje más alto, había ot
olor, para nada. Lloré hasta quedarme sin lágrimas, un llanto seco y amargo. Mi
truida a verme triunfar? Empecé a pensar en locuras. Tal vez no eran mis verdaderos padres. Tal vez me habían adoptado y se arrepentían. Era la
elo pensar que en algún lugar del mundo, mis verdaderos padres
ue me habían dado la vida solo para quitármela pedazo a pedazo. La desesperación era
ntaría dinero y me iría de esa casa. No iban a ganar. Iban a ver de lo que era capaz Sofía. Me levanté de la cama, me miré en el es