rte con su uniforme impecable. Recordaba el olor a café y a loción de afeitar por las mañanas, sus manos grandes y ásperas sostenie
decía. "Lo que te hace hombre es proteger
s caras sombrías de sus compañeros, la bandera doblada en un triángulo perfecto. Su h
en un rincón del corazón y se puso a trabajar. Con el poco dinero que tenían, compró una olla grande, masa y carne. Empezó a vender
. Por eso, verla ahora, devastada y humillada, le partía el alma. La injusticia que estaban
"Jefe" Morales quería verlas. El encuentro fue en las oficinas de la presidencia munic
o. Estaba sentado detrás de un enorme escritorio de caoba, con el alcalde a su lado, quien parecía más un sirvient
aceitoso. "Lamento mucho lo de su hija. Un accidente
ín sobre el escritorio y lo abrió.
mucho más. Para que se compren una casita nueva, si quieren.
nto de comprar su silencio, de po
el dolor dándole un coraj
ta, señor Morales. Y nue
sintió una oleada de orgullo. A
su hijo enfrente las consecuencias de s
Su rostro se endureció, sus ojos se
. "Ustedes no están en posición de exigir nada. Son unas po
letín con u
an, o se atendrán a las consecuenci
río. La amenaza no era
ando pero decidida. Agarró la ma
a vuelta, la voz de
e ganaste una beca para la univers
izo una llamada, si
a una tal Sofía Ramírez... Cancélala. No, no hay
s sonrió c
gan un bu
ban cerrando todas las puertas, asfixiándolas lentamente. La beca era la única esperanza de Sofía para tener un fu
los siguientes días buscando ayuda. Fue a la oficina de un defensor de oficio, quien la escuchó con paciencia hasta que mencionó el apellido Mor
uiera la recibía. Los pocos que la escucharon le p
denuncia que nadie quería tomar, recortes de periódico sobre su beca ganada, ahora sin valor. S
da. Miró el puesto de tamales vacío. Allí estaba el sacrificio de su
iba a r
mblorosa pero firme, comenzó a escribir. Escribió todo desde el principio: el accidente, el conductor ebr
grito de auxilio. No sabía a quién se la enviaría, ni si alguien la leería. Pero era