img Amor y Sangre: Venganza Inevitable  /  Capítulo 1 | 18.18%
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Historia

Capítulo 1

Palabras:1386    |    Actualizado en: 08/07/2025

nos con una rapidez que venía de años de práctica, envolviendo tamales en hojas de plátano y acomodándolos en la gran vaporera. A su lado, la pequeña Isabella,

e todo, siempre encontraban un motiv

sa después?" , preguntó Sofía mientras le p

nsancio en sus ojos se

i amor. Tu herman

on. Dejó de aplaudir y corrió hacia la orilla del puesto, mi

chocolate, mami!

vayas a cruzar sola" , le advirt

llino imposible de contener. Isabella dio un par de s

, gritó Sofía, s

nido que desgarró el aire festivo del mercado. Una camioneta negra y lujosa, que iba a una velocidad

r los aires y cayó sobre el pavim

l suelo, el vapor escapando de la olla volcada. Vio a la gente gritar y s

lo más profundo de su alma, y corrió hacia su hija. Sofía la siguió, co

el hijo del hombre más poderoso y temido del pueblo, el "Jefe" Morales. Miró a la niña en el suelo, luego a la

a de Isabella, sus man

despierta!" , sollozaba, mecie

azos, incapaz de procesar la escena. El cumpleaños

s con una deferencia que le revolvió el estómago. Le hablaban en voz baja, casi con respeto. Nadie le hizo un

por salvar la vida de Isabella. Elena rezaba en voz baja, aferrada a un rosario, con la mirada p

olicía para poner la denuncia formal. El ofi

te en el mercado. Ya

su voz firme a pesar del nudo en la garganta.

tezó y se reca

iña se le cruzó de la nada. Es s

io! ¡Ni siquiera le h

la miró c

es las cosas por la paz. Sabes quién es

or amargo en su boca. Salió de allí sintiéndose pequeña, invisible. La justi

Morales, el joven que había destrozado a su hermana, se prese

por dos hombres corpulentos, y mir

que vea que no soy mala gente. Tenga, para que le compre unos dulces a la

ó, el dolor en sus ojos se transformó en una furia si

se int

sucio. Queremos que pagu

e rio a c

lo. ¿Crees que un juez me va a hacer algo a mí? Mej

de su risa en el pasillo sile

n la mirada cuando Elena y Sofía pasaban. Un par de vecinas se acer

. "Entendemos su dolor, de verdad. Pero son los

a una sentencia. "No tienen un hombre que las defienda. Es mejor q

aban solas. El mundo entero parecía decirles que se rindieran,

sentía al borde del abismo. La desesperación era un peso que amenazaba con apla

s el último recurso, mi valiente" , le había dicho, con su voz grave y cariñosa. "Si algun

orosas. Dentro, sobre un trozo de terciopelo rojo, descansaba una medalla al valor de la p

metal; era el honor de su padre, su sacrificio, su legado. Miró por la vent

rse en su mente. Si la justicia no quería venir a s

necesario. Le mostraría al mundo la medalla de su padre. Les rogaría,

tiro en la oscuridad. Pero

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