ombra. Sofía se vistió en silencio, cada movimiento rígido y doloroso. Ricardo ya no estaba en la ha
calles y edificios, su mente era un caos de vergüenza, dolor y una extraña y retorcid
ar. Lupita, su criada y confidente desde que era una niña, la mirab
tomándola del brazo para ayudarla a entrar.
s brazos de la mujer mayor y rompió a llorar, soltando
rmurando palabras de consuelo mi
iña, tranquila.
eron hasta convertirse en un suave temblor. Se apa
rando un punto fijo en la pared. "Dijo que
expresión una mezcl
a?" preguntó suavemente, aunque p
jos. La verdad era demasiado
urró. La confesión flotó en el air
sollozo y la a
fía. Mi po
a tristeza y compasión que hicier
a convencerse a sí misma que a Lupita. "Nadie más tiene el poder par
sus ojos brillaban con
niña. Ere
su rostro endurecido po
n favor. Ve a la farmacia y cómprame... cómprame la pa
e Lupita. La mujer mayor asintió con sole
, mi niña. Yo
, el peso de su sacrificio asentándose sobre sus hombros como una mortaja. Había vendi