era nueva, solo que Ximen
os, la forma en que él la miraba
fueran un peso, un
vez, meses antes de irse, cuando ella le reclamó por llegar
iones que nunca entendió del todo bien pero que parecía dejarl
nsabilidades" adquiría u
ba el piso de la cocina, el olor a desi
ansancio que le lleg
hando sola durante años, incluso cua
n su mundo, en su teléfono,
lo había hecho más grande
ra el centro d
molestia, una cuenta inesper
Ma
a desde la sala la sac
la, el corazón
o normal, y se sujetaba el pe
puedo resp
de Ximena, un terro
ndo lo poco que pesaba, y
mblaba tanto que apenas
ambulancia, hizo lo ú
a Ri
res veces.
tó. El ruido de fondo
na? Estoy en el cumpleaño
riendo por sus mejillas. "¡No puede respirar
tono era de fastidio, no de preocupación. "Seguro e
do, se está poniendo az
a? Ya le prometí a Pedrito que lo llevaría por una piz
na niña! ¡Es tu hija
tal público, para eso pagamos impuestos. Yo veré si
co
teléfono, la incredulidad d
rena acercándose l
Sofía hacia urgencias, Ximena se sentó en una sill
des blancas y estériles de ese hospit
llarle, es s
qué era So
a. Una int
viéndola dormir con la ayuda de un respirador
raba, la madre que sufría en silenc
ventana oscura de la h
s hundidos por el cansancio y la pena, p
ogar. Ya no i
ido su bando, ella ta
ndo era
s, y se aseguraría de que Ricardo pagara po
acababa