ntía en el aire delgado y quieto de su pequeña cas
on una manta sobre sus piernas delgadas, sus ojos
dad la había hecho parecer más pequeña,
cocinaba casi todos los días, porque era lo único que podía
nos siempre estaban ásperas y olían a cl
que apenas mantenían a raya el dolo
nada para
odavía te
un susurro, sin aparta
secándose las ma
asó, mi
a un piano blanco con una facilidad que parecía magia, sus dedo
ro uno d
presión en el pecho
es muy car
mera vez, sus ojos llenos de una esperanza que a Ximena le partía
upo qué r
esposo, el p
do hacía c
ndo a su esposa, Susana, y a su hijo, Pedrito, solos. Ricardo dij
iudad, prometiendo enviar
escasas, el din
, el corazón latiéndole con una m
tono, su voz sonab
mena? Estoy en
mantener la voz firme. "Pronto será
já
n piano,
ado de la línea, luego una
enas y me alcanza para mantener a Susana y Pedrito, e
ija, Ricardo.
, necesita medicinas. Te mandé dinero
mitad de las recetas", replicó X
r. Tengo que colgar, Pe
mada s
n la mano, sintiendo la humillaci
tobús para volver a casa después de un largo
jo, de esos a los que ella n
taba
ndo de una juguetería carísima, de
na caja enorme con un robot de última generación, mientras Susana sonreía,
o, riendo, con el brazo s
ajado, feli
esos artesanales que costaban lo que
detrás de la parada del autobús, sinti
na me
a una m
rificado cuidando a
ue había elegid
la cama, Sofía le tomó la mano.
la oscuridad. "¿Pap
o pudo r
ando de darle un calor que ella misma ya no sentía,
fue más dolorosa que cualquie
una traición que apenas