cultad. Un día, a Sofía se le antojaron unos pasteles de una panadería en París. Mateo envió su jet privado a buscarlos. Otro día, ella so
ena se convirtió, una vez más, en el hazmerreír de la alta s
porque su presencia era requerida como la Sra. Rojas. Mateo estaba all
aron en la misma mesa. F
ulce. "Escuché la terrible noticia sobre Daniel. Deb
bajo, pero Ximena mantuvo la compostu
Le pelaba las gambas, le cortaba el filete en trozos pequeños, le servía vino
escuchó voces provenientes de un balcón c
"Es un idiota. Cree que soy un ángel frágil. Solo tengo que fingir que me siento mal y él hace lo que yo quiera.
imagen de la dulce y deli
u rostro por una fracción de segundo, pero fue ree
ido espiando. De repente, se tropezó con sus propios pies y cayó
en el suelo, llorando, y a Ximena de pie junto a ella. No p
ionado por la furia. Se arrodilló junto a Sofía, examinando su
llozó Sofía. "Solo porque te
e y encarando a Ximena. "¡Estás enferma
emoción. Antes de que pudiera responder, Mate
ue te dis
e escaleras que conducía al jardín. El pánico la invadió, no por ella, sino por la vida que llevaba dentro. Instin
spalda y la cabeza, pero su úni
usurró, el dolor
aleras, su rostro pálido por el shock.
? ¿Estás e
teo, mi tobillo. ¡Creo que está roto
gunda mirada a Ximena, que yacía sangrando en el
de su situación la envolvían. Mientras la conciencia se d
a" , parecía decirle. "N
tal. La luz blanca y el olor a antiséptico l
una caída, pero usted y el beb
poderoso que casi la hizo llorar. Su b
ñora Rojas, me alegro de verla despier
ansados. Una sonrisa tris
penas un susurro. "La per
rió de golpe. Mateo estaba allí, con el rostro pálido
cabas de