ulsera. Justo cuando iba a cogerla, una
s que estás
la oscuridad de la habitación. Estaba sentado en u
tratando de zafarm
o lo que tienes, todo lo que eres, me pertenece. Y
la cama, despertad
asa?" preguntó c
el perro que se soltó de su correa," dijo
con más fuerza, haci
mián. Me estás
siseó. Cogió la pulsera de la mesita de noche con su
alcón que daba al acantilado sobre el que se construyó la casa. El
ré, entonce
o brusco, lanzó la
¡N
n pensar, sin dudar, me solté de su agarre con una
lt
a fracción de segundo, vi la expresión de Damián.
nvolvió mientras caía ha
e las olas me hundió, arrastrándome contra las rocas afiladas. El dolor explotó en
a del agua, jadeando
horror. Por un momento, una estúpida y diminuta parte de mí pensó q
alcón se abrió. Isabela salió,
fue ese grito? ¿
ico por mí se desvaneció, reemplazado por su preocupación por ella.
vidó
como si estuviera cerrando un capítulo. Luego, guio a Isa
andonado. M
tró, y la oscuridad f
.
mansión de Damián, la
fuego podía calentar. Tenía pesadillas. Una noche, despertó gritando, afir
ián. "¡Ha vuelto para vengarse! ¡Es tu
, pero su arrogancia no le permitía admitirlo. "Y no está muerto. Es fuerte. P
res a peinar las playas, los hospitales, las morgues, no por preocupación, sino
ulpa. Siempre
l despacho de Damián sin llamar. Su ro
no, tratando de calmar
No, no hay ningún registro de él. Probable
errumpió Mateo
¡Estoy ocupado!"
va. "Encontraron un cuerpo en la playa a unos ki
quedó en
, aunque su voz
ue llevaba León. Y... encon
e de plata, ennegrecida y rayada por el mar. La llave d
no. El aparato golpeó la a
urró. "No
ndentes, señor. Está muy desfigurado por las rocas y el mar. Ten
blando, pero Dami
e mi muerte
ido sobre el control y la cru