onstruir mi imperio y mi vida. Lo primero fue purgar "El Sueño" de cualquier lealtad residual hacia Valeria y la madre de Ricardo. Algunos empleados, aquellos
guró de que la narrativa correcta fuera la que prevaleciera: la de una joven y brillante diseñadora que había superado valientement
ido de novia manchado se convirtió en la pieza central. En lugar de tratar de ocultar la mancha de vino, la incorporé al diseño, rodeándola c
gnoré todos. Un día, incluso se presentó en la entrada de "El Sueño", con un enorme ramo de peonías, las flores que sabía que
na de la industria, celebrando una nueva asociación para "El Sueño". Me sentía en la
sus ojos. Ninguno de los peces gordos de la industria se le acercaba; se había convertido en una paria. Nuestros ojos se encontraron a tr
rigía al tocador, ella me
despojada de toda su
ero no dije
ras a Ricardo, de que hubieras construido algo real mientras yo solo era una cara bonita en una
da y patética. No me
uina de otros, Valeria", le dije en voz
o. No sentía triunfo, solo una tranquila sen
sa, mi abuela me estaba esper
, su sonrisa era
os?", le pregunté
mores, por todo lo que te espera. Has demostrado que eres más fuerte que cualq
a ciudad, la misma ciudad donde casi lo había perdido todo. Pero ahora, no veía un campo de batalla, veía un horizonte lleno de posibilida