s tejido cada hilo de este imperio de la moda, partiendo de la nada hasta convertirlo en la marca más codiciada del país. Mi obra maestra
cuya fama era tan grande como su reputación de ser despiadada. Un silencio helado cayó sobre el taller, los
su voz extrañamente for
mi maniquí principal, donde descansaba mi vestido de novia, un
ero un poco... simple, ¿no crees? Necesita algo más
copa de vino tinto que sostenía se derramó sobre el corpiño de seda blanc
ue escapó de mis l
ijo Ricardo, aunque no
ojos por primera vez, su voz resonando con una victoria cruel. "Todo esto, es
fensa, cualquier cosa. Pero él solo bajó la cabeza, incapaz de enfrentarme. En ese momento, la puerta se a
mirada fría barriendo la habitación y deteniéndose en mí con puro
le confería su apellido, me despidió de mi propia empresa. Mi colección, mi trabajo
ción no te
mi asistente personal. Quiero que te encargues de todos los preparativos de
ación a punto de ser destruida, no tenía otra opción. Me convirti
mis dedos encontraron el frío metal del "amuleto de la abuela". Era una pieza única, un broche antiguo con un diseño intrincado que mi abuela, una legendaria diseñadora d
terio. La noche era fría y el silencio pesado. Me arrodillé ante la tumba de
orriendo por mis mejillas. "Ayúda
mi pecho, pidiendo just
o escuché una risa
ó la noche. Ella y la madre de Ricardo estaban p
e burló la madre de Ricardo.
brillando con malicia. Me ar
he", dijo, examinán
ón de aguja. El metal se partió con un crujido enfermizo que resonó en mi
os rotos, la humillación f
llena de una autoridad inconfundible,
amaría inúti
amente. De la oscuridad emergió una figura ele
mi a
en el campo, sino erguida, poderosa, con
tartamudeé
aba hacia mí, ignorando por completo a las otras dos mujeres. "Sabía que algo así podría
ra mágico, Sofía. Era un recordatorio. Un recordatorio de que e
a madre de Ricardo, cuya arrogancia se había evapor
, y su voz ya no era la de una anciana, sino la de una re