img El Retorno de Ximena: Renacer y Luchar  /  Capítulo 4 | 45.45%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1034    |    Actualizado en: 08/07/2025

po gritaba de dolor. Me arrastró unos metros más adentro del campo de agaves, lejos del camino. El miedo era una cosa viva dentro d

de un árbol. El impacto me sacó el aire. "Fernando está demasiado ocupado

arme en el abdomen, cómo iba a asegurarse de que pareciera una caída acc

hijos, mis pequeños milagros, iban a morir antes de tener la oportunidad de nacer. La inju

. No iba a morir aquí, tirada

o, Roberto!" siseé, mi voz tem

a y desagradable. "Tal v

capatoria. Todo se movió en cámara lenta. El puñ

IMEN

un rayo. Era la voz de Fernando.

puño se detuvo en el aire. Por una fracción de segundo, la duda y

ordí con la fuerza de una leona defendiendo a sus cachorros, saboreando el sabor

mediato, tropezando y corriendo a ciega

QUÍ!" grité, m

a, sin importarme las ramas que me arañaban la cara, ni el dolor punzante

en una luz cegadora. La linterna del teléfono de

s mío! ¿Qué pas

de su hombro y vi a Roberto detenerse en el borde de la luz, su rostro una máscar

l conoc

llenaba la habitación. Fernando estaba sentado en una silla a mi lado, sosten

espertaste. El doctor te revisó. Dijo que tú y los be

sus ojos. "Pensé qu

que me dejó sin aliento. Mis be

Era Sofía. Tenía los ojos rojos e hinch

ien?" susurró, ace

surgir en mí, ca

iseé, mi voz débil p

r, ¿qué dices? Sofía estaba buscándote

e, el dolor protest

da fue una distracción! ¡Roberto me

desesperadas. Necesitaba que me cr

o de nuevo, un llanto

y herida por las acusaciones de Ximena. Me perdí en la oscuridad. El tí

na, por favor. Sé que estás en shock. Tal vez te caíste, te golp

nuevo. Vi cómo la explicación de Sofía, la idea de un simple accidente en la oscuridad, era más fácil de

por un trauma terrible. Es normal que tu memoria esté confusa. T

edo... está confundida. Ve conspiraciones en todas partes. Necesi

ra de Fernando. El hombre que amaba, el padre de mis hijos, se negaba a ver la verd

stración y desesperanza quemaban mis ojos. Estaba completam

ngenua Ximena estaba muerta. La mujer que quedaba estaba llena de una determina

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