po gritaba de dolor. Me arrastró unos metros más adentro del campo de agaves, lejos del camino. El miedo era una cosa viva dentro d
de un árbol. El impacto me sacó el aire. "Fernando está demasiado ocupado
arme en el abdomen, cómo iba a asegurarse de que pareciera una caída acc
hijos, mis pequeños milagros, iban a morir antes de tener la oportunidad de nacer. La inju
. No iba a morir aquí, tirada
o, Roberto!" siseé, mi voz tem
a y desagradable. "Tal v
capatoria. Todo se movió en cámara lenta. El puñ
IMEN
un rayo. Era la voz de Fernando.
puño se detuvo en el aire. Por una fracción de segundo, la duda y
ordí con la fuerza de una leona defendiendo a sus cachorros, saboreando el sabor
mediato, tropezando y corriendo a ciega
QUÍ!" grité, m
a, sin importarme las ramas que me arañaban la cara, ni el dolor punzante
en una luz cegadora. La linterna del teléfono de
s mío! ¿Qué pas
de su hombro y vi a Roberto detenerse en el borde de la luz, su rostro una máscar
l conoc
llenaba la habitación. Fernando estaba sentado en una silla a mi lado, sosten
espertaste. El doctor te revisó. Dijo que tú y los be
sus ojos. "Pensé qu
que me dejó sin aliento. Mis be
Era Sofía. Tenía los ojos rojos e hinch
ien?" susurró, ace
surgir en mí, ca
iseé, mi voz débil p
r, ¿qué dices? Sofía estaba buscándote
e, el dolor protest
da fue una distracción! ¡Roberto me
desesperadas. Necesitaba que me cr
o de nuevo, un llanto
y herida por las acusaciones de Ximena. Me perdí en la oscuridad. El tí
na, por favor. Sé que estás en shock. Tal vez te caíste, te golp
nuevo. Vi cómo la explicación de Sofía, la idea de un simple accidente en la oscuridad, era más fácil de
por un trauma terrible. Es normal que tu memoria esté confusa. T
edo... está confundida. Ve conspiraciones en todas partes. Necesi
ra de Fernando. El hombre que amaba, el padre de mis hijos, se negaba a ver la verd
stración y desesperanza quemaban mis ojos. Estaba completam
ngenua Ximena estaba muerta. La mujer que quedaba estaba llena de una determina