crueldad siempre estuvo latente, esperando l
ía diez años y Sofía quince. No era un hermano, sino más bien un protegido, un proyecto. Sofía, ya una adolescente con aires de grandeza, lo habí
a torpemente escrita. Sofía se rió, lo trató como un niño tonto y guardó la carta como un trofeo. Poco des
gia. Se presentó ante Sofía no como un pretendiente, sino como su devoto admirador, su "hermano del alma" , el único que la entendía de verdad. Y en un momento de debilidad, después de una pelea con sus padres, Sofía le c
cia de Rodrigo que co
da con mucho tráfico. Miguel Ángel, que pasaba por allí, no lo dudó. Se lanzó delante de un c
oico en sí, sino por la falta de miedo de Miguel Ángel, por su conexión innata con l
heredado de su abuelo chamán, era un santuario de misticismo y arte. Sofía se sintió atraída po
fía estaba enamorada de la idea de él, del trofeo que representab
artas y fotos de Rodrigo. Vio la devoción casi adolescente en las palabras de ella,
es como un hermano
omparaba con Rodrigo. La forma en que se vestía, la música que escuchaba, sus opiniones. To
dero, alguien para consolidar su estatus. Él empezó a asegurarse de que eso no sucediera, usando protección en secreto. Cuando Sofía se dio cuenta desp
nto de máxima tensi
ermedad cardíaca rara y terminal. Los médic
fi. Eres lo más importante que he teni
podía morir. Se obsesionó con salvarlo. Gastó fortunas en los mejores médicos, que siempre par
Pero no de un donante cualquiera. Necesitaba un corazón "co
l. Él era fuerte, sano. Y, en su mente re
ertó con una sonris
todos los cercanos. Es solo un protocolo. ¿Podrías ir a hacerte unos análi
a un acto humanitario. En la clínica privada de Sofía, una enfermera le sacó no uno
de la farsa y la tensió
n matrimonio, es un infierno. Te da
n de Sofía
o se está muriendo? Eres un egoísta. N
para pruebas. Era para debilitarlo. El plan de matarlo no había sido un arrebato de ira. Había sido premeditado. El ataque de pánico
, para un hombre que no estaba enfermo, todo orquestado por una mujer q
aulló de d
rlo! ¡Me encerraste en un sótano para que me devoraran vivo! ¡Y
siendo silenciosos, ecos