primaria, mi madre
. En la maquiladora de la esquina necesitan gente. Así
en una fábrica, cosiendo ropa por
o seguir estudiando. Qui
ltó una car
sitan estudiar. Necesitan un marido que las manten
a era un adolescente flacuch
ar para que me puedas com
o iba a dejar que me robaran el futuro. La escuela era mi
ía convencerlos.
rdo. Agaché la cabeza y dije que sí a t
letas vieja, encima del refrigerador. Esperé a que se fue
i mom
iente para la inscripción de la secundaria pública y para un un
yo sola, falsificando la firma de mi madre. Compré un uniforme de segu
grado. Esta
mundo nuevo. Un mun
o daba un pequeño subsidio para que los estudiantes tuvieran u
servía, una mujer robusta con cara de pocos amigos, me dio
era hijo de una de las maestras,
ilidad que pude reunir. "¿Podría pone
miró de arr
dar", dijo, con voz seca
no tenía dine
ma rabia, la misma injusticia que sentía en mi casa. Había esc
sus porciones generosas mientras yo me quedaba con hambre. Intent
señorita. No pu
s estaban hechas para rompers
mida en el primer intento, t
señora que servía era lenta y se distraí
i a la mesa. Di un pequeño rodeo por la cafetería, me mezclé con lo
agaché la cabeza para que
oles", le dije, con una v
irarme, me sirvi
cio
s de frijoles. No era muc
os, a veces hasta tres veces. Cada vez con una excusa diferente. "Se
rían o me quitarían el vale de comida. Pero el miedo a se
n juego peligroso, pero cada cucharada extra de comida era una pequeña victoria. Era la