rápido, y el hambre volvió c
el mejor lunch de todo el salón. Su mamá le empacaba sándwiches de ja
recreo, yo me sentaba cerca de
él se di
ambre?", m
gullosa para admitirlo. Mi estómago
n burlarse. Partió su
dome una parte. "Mi mamá
jamón me venció. Lo tomé y le di una mordida. Er
e dije con l
s y comíamos en silencio. Era un acuerdo tácito, una pequeña alianza en medio del patio de la escuela. Su amabilidad e
os. No quiso compartir su sándwich. Durante el re
pasa?", l
ursión. Mi papá me va a mata
pesos. U
, una mezcla de lástima y
sigo", le dij
reguntó él,
cupes. Para ma
actuar. Mateo me había ayudado, me había dado de comer
arrio. Mi madre me mandaba a veces por el mandado. Siempre dejaba l
sarla en la báscula del fondo, mi mano se movió sola. Rápida y silenciosa. Tomé un billet
ndido en la otra. No me sentí mal. Sentí que era justo. El mu
l billete a Mateo antes d
ije que lo
n como platos. "¿De
ue tenía", ment
izo sentir bien. Ese día, me compartió su torta de
. Esa misma tarde, mi
en acá aho
a de pocos amigos. Mi madre me sost
enda", dijo mi madre, su voz llena de veneno.
lada. No pu
puesta. Me arrastró afuer
n qué clase de hija
mi padre. El primer golpe me dio en
asas, a asomarse por las ventana
o robar!", gritaba mi
i espalda. El dolor era agudo, quemante. Yo solo
vo, me dejó ahí tirada
de mi casa, ladrona", le dijo a Do
a. Pero mientras sentía el ardor de los go
e la torta de milanesa. Había comido b
ón. Dolía, sí. Pero el hambre dolía
traña y terrible se formó en mi cabeza. Los golpes eran un precio. U
transacc