igas, el día de nuestro tercer aniversario de bodas. No fue una sospecha, ni un
en la habitación de huéspedes que yo
aba por la puerta entreabierta,
in hace
, mi esposo, el hombre por el que había sacrificado tanto,
té, no
desaparecía bajo mis pies. El murmullo de la fiesta de aniversario qu
e reemplazada por una mueca de sorpresa, que rápidamente se transformó en
na...
no sentía por dentro. Bajé las escaleras, atravesé el jardín lleno de invitados que me son
ra. Fue entonces cuando el primer sollozo
ués, descubrí que
podría cambiar las cosas. Quizás un hijo podría despertar en Ric
da. La noticia solo
vista de su teléfono. "Si lo tienes, mi abuelo
l bebé. Por mi abuela, cuya salud dependía del seguro
sus aventuras. Sofía, por su parte, parecía disfrutar de la situación. Me enviaba fo
les, la vi. Sofía estaba al volante del convertible nuevo que Ricardo le había regalado. N
nido del mot
iempo de
ue sentí fue un dolor agudo y desgarrador en e
iséptico me llenó las fosas nasales. Ricardo estaba a
cruzó sin mirar... No, el bebé no
rostro no mostraba ni una piz
ice que te atravesaste como una loca. Deberías tener más cuidado
n cuchillo. No podía sentir mis piernas. Una enfer
... hicimos todo lo posib
céano inmenso y yo me estaba ahogando en él.
a carraspeó
su abuela. Al parecer, le informaron de su accidente... y... sufri
iva. Mi bebé. Mi abuela. Todo por lo que había luchado, todo
ecía ligeramente incómodo por
o que alguna vez sentí por él se hab
quedab
na dec
l divorcio
nte firme en el silen
aquí y no volver a