día de nuestro terce
brutal: mi esposo, Ricardo, me engañ
e huéspedes que yo había decorado con tanto amor, riend
, el hombre por quien lo había sacrificado todo
té, no
que no sentía, atravesé la fiesta y mi
ue estaba embarazada, una c
olo me dio su fría indiferencia: "Haz lo que quieras, si lo ti
ncioso, Sofía disfrutaba humillánd
vitaminas prenatales, la vi sonreír cruelmente al vola
ruendo del mo
iempo de
res y un dolor desgarrador me
tal, el olor a antis
éfono con fastidio: "No, el bebé n
e asustó mucho, dice que te atravesaste como una loca. Deberías tener m
ue no había
có con voz temblorosa: mi abuela, al saber de mi acciden
, algo se rompi
chado, todo lo que había
amor, sin esperanza,
l divorcio
ó extrañam
aquí y no volver a