olaba la plaza, sino mi caso. Blue Demon Senior, un hombre cuya cara sin máscara mostraba más arrugas que un map

voz rasposa, "es creer que todos tienen un precio. El segundo

e eso era su terreno. Teníamos que usar la cabeza. El primer paso era recuperar la

rmal por el despojo y la destrucción de mi propiedad, adjuntando copias de mis permisos.

a uno de sus sobrinos, un tipo vago y problemático conocido como "El Chucky", a cargo

aza, lo cual era inevitable porq

n! ¿Ya fuiste a ll

on de hombre, no las po

e las palabras de Blue Demon: "Paciencia, Miguel. La

usar el pequeño callejón junto a mi casa como basurero. Tiraban las bolsas

legaron, hablaron con El Chucky, y

jefe. Ahorita

. Era una guerra de desgaste. Ledesma quería quebr

s de mi lado. Una noche, El

tú les das flores",

basura que habían tirado, la puse en bolsas nuevas y limpias, y las dejé ordenadamente en la esquina para el camión de la basura. Luego, con una cubeta

, confundido. No sabía cómo reaccionar. No habí

encio, empezaron a sonreír. Una señora ma

A la maldad se le c

l Chucky intentó tirar basura otra vez, pero una vecina le gritó desde su ven

queña batalla sin t

que la intimidación directa no estaba funcionando. Así

entana y vi a dos hombres encapuchados rociando algo en l

ron por la pared

aban a los bomberos. El fuego no llegó a entrar a la casa, pero la fachada quedó

e la misma historia. "No vi

ez, yo esta

e pusiera una cámara de seguridad. Una pequeña, casi inv

ón en mi laptop. La imagen era granulada, pero clara. Se veía a los dos hombr

ue inconfundible

a de triunfo. T

rostro de El Chucky. Lo subí a un grupo de Facebook de la colonia, con un texto simple: "Anoche intentaron

de una hora, tenía cientos

y, el sobrino

, siempre anda de

¡Quemando casas de

ora, protegida por el anonimato relativo de internet, no se guardaba nada. El nombre de Le

e, se presentó en mi casa. Ya no tenía la sonr

hora mismo!", me gr

con el teléfono en

esma. Solo pedí ayuda para identific

aba siendo grabado. Cualquier amenaza,

í, mocoso. Me estás buscan

hueca. La gente en la calle lo miraba con desp

a decirme que no podían hacer nada. Venían con una orden de aprehensión

restarlo. El Chucky, al verlos

se meten! ¡Mi tío e

bajo. Lo esposaron frente a todos. Mientras se lo llevaban, la gente en la plaza empezó a ap

aba: su reputación y su familia. Sabía que esto no había terminado, pero por primera vez en mucho t