el tiempo en el hospital con Javier. Ricardo apenas la veía. Cuando ella estaba en casa, el aire se llen
ntenía. Llamaba a Ricardo todos los días, su
mitiendo que duerma bajo tu techo, Ricardo! ¡Esa casa la constr
en silencio, sin
No tengo fuerzas
memoria de tu hijo! Si no la echas tú, iré yo mis
o se negó. El trabajo era la única distracción, aunque fuera inútil, del agujero negro que se había abierto en su vida. Un día, un cliente importante lo l
bió una llamada del hos
ora tuvo una subida de presión muy fuerte. Es
donde había perdido a su hijo. Encontró a su madre en una camilla
. "El estrés le está haciendo mucho daño. Nece
La culpa lo carcomía. Su tragedia personal estab
lado. Faltaba una cantidad considerable de dinero. Mucho dinero. Revisó los movimientos de la cuenta conjunta. Había varias transferencias grandes, hechas en los últimos dos
ía como una sentencia, Ricardo subió al piso donde estaba hospital
, que estaba abierta. Y lo que vio terminó
Le limpiaba la boca con una servilleta con una ternura que Ricardo no había recibido de ella en años. Se reían de algo que Jav
olor y la rabia, hasta que escuchó
tonto ya se tragó el cue
io suav
lo creyó. Es tan predecible. Sie
e nosotros podamos vivir bien. Cuando me recupe
angre le hirvió en las venas
mi d
lió grave, i
iendo un ruido metálico que resonó en el silencio repentino. Javier lo miró, primero